Hechos 2, 22-38

Hombres de Israel, oíd estas palabras: A Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales que por él realizó Dios entre vosotros, como bien sabéis; a éste, entregado según el plan definido y el previo designio de Dios, vosotros, crucificándolo por manos de paganos, lo quitasteis de en medio. Pero Dios lo resucitó liberándolo de los dolores de la muerte, dado que no era posible que ella lo retuviera en su poder. Porque David dice a propósito de él: Yo veía al Señor delante de mí continuamente, porque está a mi derecha para que yo no vacile. Por ello se alegró mi corazón y estalla en cánticos mi lengua, y hasta mi carne reposa en la esperanza de que no abandonarás mi alma al Hades, ni dejarás que tu santo experimente corrupción; me diste a conocer caminos de vida, me henchirás de delicias junto a ti (Sal 16,8-11). Hermanos: Séame permitido deciros resueltamente acerca del patriarca David, que no sólo murió y fue sepultado, sino que su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy; pero siendo como era profeta, y sabiendo que Dios le había asegurado con juramento que un descendiente suyo se sentaría sobre su trono, previendo el futuro, habló de la resurrección de Cristo: que no sería abandonado al Hades ni su carne experimentaría corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos de ello. Elevado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado lo que vosotros estáis viendo y oyendo. Porque David no ascendió a los cielos, y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies (Sal 110,1). Sepa, por tanto, con absoluta seguridad toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros crucificasteis.» Al oír esto, se dolieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tendríamos que hacer, hermanos?» Pedro les respondió: «Convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo;
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