Hechos 21, 12-19

Al oír esto, le aconsejábamos, tanto nosotros como los habitantes del lugar, que no subiera a Jerusalén. Respondió entonces Pablo: «¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Dispuesto estoy no sólo a dejarme atar, sino a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.» No pudiendo persuadirlo, desistimos diciendo: «Hágase la voluntad del Señor.» Pasados estos días y hechos los preparativos, emprendimos la subida a Jerusalén. Vinieron también con nosotros, de Cesarea, algunos discípulos para presentarnos a un tal Nasón, de Chipre, antiguo discípulo, en cuya casa nos hospedabamos. LIegados a Jerusalén, nos recibieron con gozo los hermanos. Al día siguiente, fue Pablo con nosotros a ver a Santiago, y todos los presbíteros se habían congregado. Después de saludarlos, les fue exponiendo una por una las cosas que Dios había obrado entre los gentiles por ministerio de él.
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