Job  9, 13-21

Dios no desiste de su cólera; están sometidos a él los esbirros de Ráhab. ¿Cómo podré yo replicarle, buscar argumentos contra él? Aun teniendo razón, no le replicaría: debería suplicarle como a juez. Y aunque él respondiese a mi llamada, yo no creería que escuchaba mi voz. El me aplasta en un torbellino y multiplica mis heridas sin razón. No me deja recobrar aliento, pues sacia mi sed con amarguras. Si se trata de fuerza, fuerte es él; si de ir a juicio, ¿quién lo emplazará? Si creo tener razón, su boca me condena; si me juzgo perfecto, me declara culpable. Pero ¿soy inocente? Yo mismo lo ignoro. ¡Desprecio mi vida!
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