Levítico 17, 1-16

° El Señor habló así a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel: “Esta es la orden del Señor: cualquier hombre de la casa de Israel que mate buey, oveja o cabra dentro del campamento o fuera del mismo, y no los lleve a la entrada de la Tienda del Encuentro, para presentarlos como ofrenda al Señor ante su Morada, será reo de sangre. Ese hombre ha derramado sangre y será excluido de su pueblo. Así pues, los hijos de Israel han de presentar en honor del Señor al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, aquellas víctimas que matan en el campo, para que se ofrezcan como sacrificios de comunión. El sacerdote derramará la sangre sobre el altar del Señor, a la entrada de la Tienda del Encuentro, y quemará las grasas como aroma que aplaca al Señor. En adelante no seguirán inmolando sus sacrificios a los sátiros con los que se prostituían. Es ley perpetua para ellos, generación tras generación”. Diles también: “Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los emigrantes que residen entre ellos, que ofrezca holocausto o sacrificio de comunión, y no lo lleve a la entrada de la Tienda del Encuentro para sacrificarlo en honor del Señor, será excluido de su pueblo. Si un hombre cualquiera de la casa de Israel, o de los emigrantes que residen entre ellos, come cualquier clase de sangre, yo me volveré contra el que coma sangre y lo excluiré de su pueblo. Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os he dado la sangre para hacer expiación sobre el altar por vuestras vidas, pues la expiación por la vida se hace con la sangre. Por eso tengo dicho a los hijos de Israel: ‘No comeréis sangre ninguno de vosotros, ni el emigrante que reside entre vosotros’. Cualquier hombre de los hijos de Israel, o de los emigrantes que residen entre ellos, que cace un animal o un ave comestible, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. Porque la vida de toda carne está en su sangre. Por eso mandé a los hijos de Israel: ‘No comeréis la sangre de carne alguna, pues la vida de toda carne está en su sangre. Quien la coma, será excluido’. Todo nativo o emigrante que coma carne de bestia muerta o destrozada lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde; después será puro. Si no los lava ni se baña, cargará con su falta”».
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