Sabiduría 13, 1-19

° Son necios por naturaleza todos los hombres que han ignorado a Dios | y no han sido capaces de conocer al que es a partir de los bienes visibles, | ni de reconocer al artífice fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire ligero, | a la bóveda estrellada, al agua impetuosa | y a los luceros del cielo, regidores del mundo. Si, cautivados por su hermosura, los creyeron dioses, | sepan cuánto los aventaja su Señor, | pues los creó el mismo autor de la belleza. Y si los asombró su poder y energía, | calculen cuánto más poderoso es quien los hizo, pues por la grandeza y hermosura de las criaturas | se descubre por analogía a su creador. Con todo, estos merecen un reproche menor, | pues a lo mejor andan extraviados, | buscando a Dios y queriéndolo encontrar. Dan vueltas a sus obras, las investigan | y quedan seducidos por su apariencia, porque es hermoso lo que ven. Pero ni siquiera estos son excusables, porque, si fueron capaces de saber tanto | que pudieron escudriñar el universo, | ¿cómo no encontraron antes a su Señor? Son, pues, unos infelices, con la esperanza puesta en cosas sin vida, | los que llamaron dioses a obras hechas por manos humanas: | oro y plata labrados con arte, representaciones de animales | o una piedra inútil, esculpida hace mucho tiempo. Pongamos por ejemplo a un leñador: | tala un árbol de fácil manejo, | lo descorteza hábilmente y, trabajando con destreza, | fabrica un objeto útil para usos comunes. Con los desechos de su trabajo | se prepara una comida que le deja satisfecho; y con el último desecho que para nada sirve, | un palo torcido y lleno de nudos, | lo coge y lo talla en sus ratos de ocio; | y con destreza reposada lo modela | hasta sacar una imagen humana o la figura de cualquier vil animal. | Lo embadurna de minio, pinta su cuerpo de rojo | y recubre todos sus defectos. Luego le prepara una hornacina digna | y lo coloca en la pared asegurándolo con clavos. Para que no se le caiga, toma sus precauciones, | sabiendo que no puede valerse por sí mismo, | pues es una imagen y necesita ayuda. Sin embargo, le reza por su hacienda, bodas e hijos, | sin avergonzarse de hablar con un ser inanimado; | pide la salud a quien está enfermo, ruega por la vida a un muerto, | solicita ayuda al más torpe | y un viaje feliz al que ni siquiera puede andar; y para las ganancias, las empresas y el éxito de sus tareas, | pide ayuda al que menos puede dársela.
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