I Macabeos 1, 18-36

Entró en ella con un poderoso ejército, con carros, elefantes y jinetes y con una gran flota, e hizo la guerra a Tolomeo, rey de Egipto. Atemorizado éste, huyó ante él, y fueron muchos los que cayeron heridos. Antíoco se apoderó de las ciudades fuertes de Egipto y volvió cargado de despojos. El año 14, después de haber vencido a Egipto, Antíoco vino contra Israel, y subió a Jerusalén con un poderoso ejército. Entró altivo en el santuario, arrebató el altar de oro, el candelabro de las luces con todos sus utensilios, la mesa de la proposición, las tazas de las libaciones, las copas, los incensarios, la cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que cubría el templo. Se apoderó asimismo de la plata, del oro y de los vasos preciosos, y se llevó los tesoros ocultos que pudo hallar, y con todo se volvió a su tierra. Hicieron gran matanza y profirieron palabras insolentes. Un gran duelo se levantó en Israel y en todos sus lugares;" jefes y ancianos gimieron; las doncellas y los jóvenes languidecieron, la belleza de las jóvenes palideció." El recién casado entonó una lamentación, y la que estaba sentada en la cama hizo duelo;" tembló la tierra a causa de los que la habitaban, y toda la casa de Jacob se cubrió de confusión. Pasados dos años, envió el rey al jefe de los tributos a las ciudades de Judea y presentóse en Jerusalén con un ejército poderoso. Hablóles con falsía palabras de paz, en las que ellos creyeron. Pero de repente se arrojó sobre la ciudad, causando en ella gran estrago y haciendo perecer a muchos del pueblo de Israel. Saqueó la ciudad y la incendió, y destruyó sus casas y los muros que la cercaban. Llevaron cautivas a las mujeres y a los niños y se apoderaron de los ganados. Edificaron la ciudad de David con un muro alto y fuerte, torres también fuertes, convirtiéndola en ciudadela. Instalaron allí gente impía, hombres malvados, que en ella se hicieron fuertes.
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