I Macabeos 4, 30-34

A la vista de tan fuerte ejército, oró, diciendo: “¡Bendito seas, Salvador de Israel, que quebrantaste el ímpetu del gigante por mano de tu siervo David y entregaste el campamento de los filisteos en poder de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero! Da este campo a manos de tu pueblo de Israel y queden avergonzados su ejército y su caballería. Infúndeles miedo, abate la presuntuosa confianza en su fortaleza y avergüéncense de su derrota. Derrótalos por la espada de los que te aman, y entonen cánticos de loor todos los que conocen tu nombre.” Vinieron a las manos, cayeron del ejército de Lisias cinco mil hombres.
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