I Macabeos 8, 22-26

He aquí la copia de la carta que escribieron en tablas de bronce, y que enviaron a Jerusalén para que les fuese memorial de paz y de alianza: “Salud a los romanos y al pueblo judío por mar y por tierra para siempre, y que la espada y el enemigo estén siempre lejos de ellos. Si el pueblo de los romanos fuera el primero atacado o lo fuese alguno de sus aliados en todo su imperio, el pueblo de los judíos les prestará auxilio, según las circunstancias lo dicten, con plena lealtad. Al enemigo no le dará ni suministrará trigo, armas, plata ni naves. Esta es la voluntad de los romanos, y guardarán este convenio sin compensación ninguna.
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