I Reyes 11, 14-22

Suscitó Yahvé a Salomón un enemigo, Hadad, idumeo, de la sangre real de Edom. Cuando David batió a Edom, Joab, jefe del ejército, subió para enterrar a los muertos y mató a todos los varones de Edom, quedándose con todo Israel durante seis meses en Edom, hasta exterminar a todos los varones. Entonces Hadad, con algunos edomitas, siervos de su padre, huyó para refugiarse en Egipto, siendo todavía muchacho. Partiendo de Madián, se fueron a Paran, y, uniéndose allí algunos de Paran, llegaron a Egipto, junto al Faraón, rey de Egipto. El Faraón dio a Hadad una casa, proveyó a su subsistencia y le dio tierras. Fue Hadad muy grato al Faraón, que le dio por mujer a Ano, hermana mayor de su mujer, hermana de la reina Tafnes. La hermana de Tafnes le dio su hijo Guenubat, a quien Tafnes educó en la casa del Faraón, estando en ella Guenubat como un hijo del Faraón. Cuando supo Hadad, en Egipto, que David se había dormido con sus padres y que Joab, jefe del ejército, había muerto, dijo al Faraón: “Déjame ir a mi tierra”;" y el Faraón le respondió: “¿Qué te falta cerca de mí, para que quieras irte a tu tierra?” Y él contestó: “Nada me falta, pero déjame ir.” Hadad se volvió a su casa. Este fue el mal que hizo Hadad, que odiaba a Israel y se alzó rey de Edom.
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