I Reyes 3, 3-15

Salomón amaba a Yahvé y marchaba según las órdenes de David, su padre, pero sacrificaba y quemaba perfumes en los altos. Fue el rey a sacrificar a Gabaón, que era uno de los principales altos. Mil holocaustos ofreció Salomón en aquel altar. Yahvé se le apareció en Gabaón durante la noche, en sueños, y le dijo: “Pídeme lo que quieras que te dé.” Salomón respondió: “Tú hiciste gran misericordia a David, mi padre, conforme marchaba él en tu presencia en la fidelidad, en la justicia y en la rectitud de corazón ante ti; le has guardado esta misericordia, dándole un hijo f?e se sentara sobre su trono, como lo está hoy." Ahora, pues, ¡oh Yahvé! mi Dios, que has hecho reinar a tu siervo en el lugar de David, mi padre, no siendo yo más que un jovencito, que no sabe por dónde ha de entrar y por dónde ha de salir, y que está tu siervo en medio del pueblo que tú te elegiste, un pueblo grande, que por su muchedumbre no puede contarse ni numerarse, da a tu siervo un corazón prudente para juzgar a tu pueblo y poder discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién, si no, podrá gobernar a un pueblo tan grande?” Agradó al Señor que Salomón le hiciera esta petición;" y Dios le dijo: “Por haberme pedido esto y no haber pedido para ti ni vida larga, ni muchas riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino haberme pedido entendimiento para hacer justicia, yo te concedo lo que me has pedido y te doy un corazón sabio e inteligente, tal como antes de ti no ha habido otro ni lo habrá en adelante después de ti. Y aún te añado lo que no has pedido: riquezas y gloria tales, que no habrá en tus días rey alguno como tú;" y si andas por mis caminos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como lo hizo David, tu padre, prolongaré tus días.” Despertóse Salomón de su sueño, y, de vuelta a Jerusalén, se presentó ante el arca de la alianza de Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios eucarísticos y dio un banquete a todos sus servidores.
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