I Samuel 31, 1-10

Libraron batalla los filisteos, y los hijos de Israel se pusieron en fuga ante los filisteos, y cayeron muchos en los montes de Gelboé, Los filisteos se pusieron a perseguir a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Melquisúa, hijos de Saúl. El peso de la batalla cargó principalmente sobre Saúl. Habiéndole descubierto los arqueros, le hirieron en las caderas, y dijo a su escudero: “Saca tu espada y traspásame, no me hieran esos incircuncisos y me afrenten.” El escudero no obedeció, por el gran temor que tenía; y tomando Saúl su propia espada, se echó sobre la punta de ella." El escudero, viéndole muerto, se arrojó igualmente sobre la suya, y murió con él. Así murieron aquel día juntos Saúl y sus tres hijos y su escudero. Los de Israel, que estaban en las ciudades del lado de acá del Jordán, viendo huir a los hijos de Israel y sabiendo que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades para emprender también la fuga, y, viniendo los filisteos, las ocuparon. Al día siguiente vinieron los filisteos para despojar a los muertos, y hallaron a Saúl y a sus tres hijos que yacían sobre los montes de Gelboé. Cortaron la cabeza de Saúl y se apoderaron de sus armas, e hicieron publicar esta buena noticia por toda la tierra de los filisteos, en los templos de sus ídolos y entre el pueblo. Las armas de Saúl las depositaron en el templo de Astarté, y su cuerpo lo colgaron de las murallas de Betsán.
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