II Reyes  12, 1-17

Tenía Joás siete años cuando comenzó a reinar. Comenzó a reinar Joás el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibia, de Berseba. Hizo Joás lo que era recto a los ojos de Yahvé todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joyada;" pero no desaparecieron los altos, y seguía el pueblo sacrificando y quemando perfumes en ellos. Joás dijo a los sacerdotes: “Todo el dinero que como ofrenda sagrada ha entrado en el templo de Yahvé, el dinero del rescate de personas según estimación y el que voluntariamente se ofrece a la casa de Yahvé, tómenlo los sacerdotes y empléenlo en reparar la casa de Yahvé, en todo lo que necesite reparación.” Pero sucedió que, el año veintitrés del reinado de Joás, los sacerdotes no habían hecho las reparaciones necesarias en la casa. Llamó entonces el rey al sacerdote Joyada y a los otros sacerdotes y les dijo: “¿Por qué no habéis reparado lo que había que reparar en la casa? En adelante no seréis vosotros los que dispongáis del dinero del pueblo, sino que lo entregaréis para que se haga la reparación de la casa.” Los sacerdotes asintieron a no ser ellos los que recogieran el dinero del pueblo para hacer las reparaciones de la casa” Entonces el sacerdote Joyada tomó un cofre, hizo en su tapa un agujero y le puso al lado del altar, a la derecha, en el paso para la entrada en la casa de Yahvé. Los sacerdotes de guardia metían allí todo el dinero que se traía a la casa de Yahvé;" y cuando se veía que en el cofre había bastante dinero, subía el secretario del rey con el gran sacerdote y contaban el dinero que había en la casa de Yahvé. Iban entregando a los encargados de las obras de reparación lo necesario para pagar a los carpinteros y demás obreros que trabajaban en la casa de Yahvé, a los albañiles y a los canteros, para el pago de las maderas y el tallado de las piedras necesarias para las reparaciones. Pero con todo lo que entraba en la casa de Yahvé no hubo para hacer ni fuentes de plata, ni cuchillos, ni copas, ni trompetas; en suma, nada de oro ni de plata," sino que hubo que emplearlo todo en la reparación de la casa. No se tomaban cuentas a los que recibían el dinero para entregarlo a los que hacían las obras, porque eran personas de fidelidad. El dinero por el delito y el dinero por los pecados no entraba en la casa de Yahvé, porque era de los sacerdotes.
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