Efesios  6, 18-20

con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos y por mí, a fin de que, cuando hable, me sean dadas palabras con que dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, del que soy embajador encadenado para anunciarlo valientemente y hablar de él como conviene hablar.
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