Genesis 31, 19-30

Labán había ido al esquileo, y Raquel robó los “terafim” de su padre. Jacob engañó a Labán, arameo, y no le dio cuenta de su huida. Huyó con todo cuanto tenía, y, ya en camino, atravesó el río y se dirigió al monte de Galaad. Al tercer día dijéronle a Labán que Jacob había huido;" y, tornando consigo a sus parientes, le persiguió durante siete días, hasta darle alcance en el monte de Galaad. Vino Dios en sueños durante la noche a Labán, arameo, y le dijo: “Guárdate de decir a Jacob nada, ni en bien ni en mal.” Cuando alcanzó Labán a Jacob, había éste fijado sus tiendas en el monte, y Labán fijó también la suya y las de sus parientes en el mismo monte de Galaad. Dijo, pues, Labán a Jacob: “¿Qué es lo que has hecho? ¡Escaparte de mí, llevándote mis hijas como si fuesen cautivas de guerra! ¿Por qué has huido secretamente, engañándome, en vez de advertirme, y te hubiera despedido yo jubilosamente con cantos, tímpanos y cítaras? ¡Sin dejarme siquiera abrazar a mis hijos y a mis hijas! Has obrado insensatamente. Mi mano es lo suficientemente fuerte para haceros mal, pero el Dios de tu padre me ha hablado la pasada noche, diciéndome: “Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, ni en bien ni en mal.” Y si es que te vas porque anhelas irte a la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?”
Ver contexto