Hechos 10, 14-28

Dijo Pedro: De ninguna manera, Señor, que jamás he comido cosa alguna impura. De nuevo le dijo la voz: Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú impuro. Sucedió esto por tres veces, y luego el lienzo fue recogido al cielo. Estaba Pedro dudoso y pensativo sobre lo que sería aquella visión que había tenido, cuando los hombres enviados por Cornelio llegaron a la puerta, preguntando por la casa de Simón;" y llamando, preguntaron si se hospedaba allí cierto Simón llamado Pedro. Meditando Pedro sobre la visión, le dijo el Espíritu: Ahí están unos hombres que te buscan. Levántate, pues, baja y vete con ellos sin vacilar, porque los he enviado yo. Bajó Pedro y dijo a los hombres: Yo soy el que buscáis. ¿Qué es lo que os trae? Ellos dijeron: El centurión Cornelio, varón justo y temeroso de Dios, que en todo el pueblo de los judíos es muy estimado, ha recibido de un santo ángel el mandato de hacerte llevar a su casa y escuchar tu palabra. Pedro les invitó a entrar y los hospedó. Al día siguiente partió con ellos, acompañado de algunos hermanos de Joppe;" y al otro día entró en Cesárea, donde los esperaba Cornelio, que había invitado a todos sus parientes y amigos íntimos. Así que entró Pedro, Cornelio le salió al encuentro, y postrándose a sus pies, le adoró. Pedro le levantó diciendo: Levántate, que yo también soy hombre. Conversando con él, entró y encontró allí a muchos reunidos, a quienes dijo: Bien sabéis cuan ilícito es a un hombre judío llegarse a un extranjero o entrar en su casa, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debía llamar manchado o impuro,
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