Hechos 28, 8-10

El padre de Publio estaba postrado en el lecho, afligido por la fiebre y la disentería. Pablo se llegó a él, y orando, le impuso las manos y le sanó. A la vista de este suceso, todos los demás que en la isla padecían enfermedades venían y eran curados. Ellos a su vez nos honraron mucho, y al partir nos proveyeron de lo necesario.
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