Job  2, 3-8

Y dijo Yahvé a Satán: “¿Has reparado en mi siervo Job, que no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado del mal, y que aún persevera en su perfección a pesar de que me incitaste contra él para que sin razón lo arruinara?” Respondióle Satán a Yahvé, diciendo “¡Piel por piel! Y todo cuanto el hombre tiene lo dará gustoso por su vida. Si extendieses tu mano y tocaras su hueso y su carne, (veríamos) si no maldeciría tu rostro.” Yahvé replicó entonces a Satán: “Ahí lo tienes a tu disposición, pero guarda su vida.” Salió Satán de la presencia de Yahvé e hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Rascábase con un tejón y estaba sentado sobre la ceniza.
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