Juan  5, 1-9

Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta Probatica, una piscina llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, mancos, que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel del Señor descendía de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua, y el primero que bajaba después de la agitación del agua quedaba sano de cualquiera enfermedad que padeciese. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús le vio acostado, y, conociendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres ser curado? Respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que, al moverse el agua, me meta en la piscina y, mientras yo voy, baja otro antes de mí Le dijo Jesús: Levántate, toma la camilla y anda. Al instante quedó el hombre sano, y tomó su camilla y se fue.
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