Jueces 5, 2-31

“Los príncipes de Israel al frente, ofrecióse el pueblo al peligro. Bendecid a Yahvé. Oíd, reyes; dadme oído, príncipes. Yo, yo cantaré a Yahvé. Yo cantaré a Yahvé, Dios de Israel." Cuando tú, ¡oh Yahvé! salías de Seír, cuando subías desde los campos de Edom, tembló ante ti la tierra, destilaron los cielos y las nubes se deshicieron en agua. Derritiéronse los montes a la presencia de Yahvé, a la presencia de Yahvé, Dios de Israel. En los días de Samgar, hijo de Anat; en los días de Jael, estaban desiertos los caminos; los que antes andaban por caminos trillados, íbanse por senderos desviados;" desiertos estaban los lugares indefensos, desiertos en Israel, hasta que me levanté yo, hasta que me levanté yo, madre en Israel. A las puertas estaba la guerra; y no se veía ni un escudo ni una lanza entre los cuarenta mil de Israel." Se va mi corazón tras los príncipes de Israel. Los que del pueblo os ofrecisteis al peligro, bendecid a Yahvé. Los que montáis blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que ya vais por los caminos, cantad El que fue lugar de rapiña, es ya lugar de regocijo. Cantad en él las justicias de Yahvé, las justicias que ha hecho Yahvé, a los lugares indefensos de Israel. Entonces pudo ya el pueblo de Yahvé bajar a sus puertas. Despierta, despierta, Débora. Despierta, despierta, entona un canto. Levántate, Barac; apresa a los que te aprisionaban, hijo de Abinoam." Entonces vencieron los pequeños a los grandes; prevaleció el pueblo de Yahvé contra los fuertes." Los de Efraím los exterminaron en el valle. Detrás de ti (Débora) iba Benjamín con tu ejército. De Maquir bajaron los jefes, de Zabulón los capitanes;" los príncipes de Isacar están con Débora. Barac se precipitó con los infantes en el valle. En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. Y ¿por qué te quedaste en tus apriscos, oyendo las nautas de tus pastores? En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. Galaad descansaba al otro lado del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a sus naves? Aser, a orillas del mar, descansaba en sus puertos;" pero Zabulón es un pueblo que ofrece su vida a la muerte. Lo mismo es también Neftalí desde lo alto de los campos. Vinieron los reyes, combatieron; lucharon entonces los reyes de Canaán en Tanac, junto a las aguas de Megiddo. No cogieron plata por botín." Desde los cíalos combatieron las estrellas; desde sus órbitas combatieron las estrellas contra Sisara." El torrente de Cisón los arrastró, el torrente de Cisón pisa los cadáveres de los fuertes. Entonces resonaron los cascos de los caballos en la veloz huida de los guerreros. Maldecid a Meroc, dijo el ángel de Yahvé. Maldecid, maldecid a sus habitantes, porque no cooperaron a la victoria de Yahvé, a la ayuda de Yahvé a sus valientes. Bendita entre las mujeres Jael, mujer de Jeber el quineo; bendita entre las mujeres de su tienda." Le pidió agua, y ella le dio leche; en el vaso de honor le sirvió leche;" cogió el clavo con la izquierda, con la derecha el pesado martillo, rompiéndole la cabeza. Rompióle la cabeza, le atravesó la sien. El se retorció, cayó, yació, a sus pies se retorció, cayó donde se retorció, allí mismo quedó exánime. Mira por la ventana la madre de Sisara, por entre las celosías, y grita: ¿Por qué tarda en venir su carro? ¿Por qué tardan en oírse los pasos de su cuadriga? La más avisada de sus mujeres le contesta, y ella repite las mismas palabras: Seguramente está repartiendo los despojos, una joven, dos jóvenes para cada uno, un vestido, dos vestidos de varios colores para Sisara, un vestido, dos vestidos bordados a su cuello. Perezcan así todos los enemigos, ¡oh Yahvé! fuerza.” y sean los que te aman como el sol cuando nace con toda su
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