Levítico 21, 1-8

Yahvé dijo a Moisés: “Habla a los sacerdotes hijos de Aarón y diles que ninguno se contamine por un muerto de los de su pueblo, a no ser por próximo consanguíneo, por su madre, por su padre, por su hijo, por su hija, por su hermano, por su hermana virgen que viva con él y no se hubiere casado; por ésa puede contaminarse." Pero no por sus otros parientes, profanándose1. No se raerán la cabeza ni los lados de la barba, ni se harán incisiones en la carne. Serán santos para su Dios y no profanarán su nombre, pues son ellos los que ofrecen las combustiones de Yahvé, pan de su Dios, y han de ser santos. No tomarán mujer prostituida o deshonrada, ni desposada, ni mujer repudiada por su marido, porque el sacerdote está consagrado a su Dios. Por santo le tendrás, pues él ofrece el pan de tu Dios, y será santo para ti, porque santo soy yo, Yahvé, que lo santifico.
Ver contexto