Marcos 3, 1-6

Entró de nuevo en la sinagoga, donde había un hombre con una mano seca, y le observaban a ver si le curaba en sábado, para poder acusarle. Y dice al hombre de la mano seca: Levántate y sal al medio. Y les dice: ¿Es lícito en sábado hacer bien en vez de mal, salvar un alma o dejarla perecer? Y ellos callaban. Y dirigiéndoles una mirada airada, entristecido por la dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. La extendió y fuele restituida la mano. Saliendo los fariseos luego se concertaron con los herodianos contra El para prenderle.
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