Proverbios 7, 7-22

y vi entre los simples un joven, entre los mancebos un falto de juicio, que pasaba por la calle junto a la esquina e iba camino de su casa. Era el atardecer, cuando ya oscurecía, al hacerse de noche, en la tiniebla. Y he aquí que le sale al encuentro una mujer con atavío de ramera y astuto corazón. Era parlanchína y procaz, y sus pies no sabían estarse en casa;" ahora en la calle, ahora en la plaza, acechando por todas las esquinas. Cogióle y le abrazó y le dijo con toda desvergüenza: ”Tenía que ofrecer un sacrificio y hoy he cumplido ya mis votos;" por eso te he salido al encuentro, iba en busca tuya y ahora te hallo. He ataviado mi lecho con tapices, con telas de hilo recamado de Egipto;" he perfumado mi cama con mirra, áloe y cinamomo. Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana, hartémonos de caricias;" pues mi marido no está en casa, ha salido para un largo viaje. Se ha llevado la bolsa y no volverá hasta el plenilunio.” Con la suavidad de sus palabras le rindió y con sus halagos le sedujo;" y se fue tras ella entontecido como buey que se lleva al matadero, como ciervo cogido en el lazo
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