Salmos 106, 13-43

Pero bien pronto se olvidaron de sus obras, no confiaron en sus designios. Dejáronse llevar de su concupiscencia en el desierto y tentaron a Dios en la soledad. Y les dio lo que pedían, pero mandó la consunción a sus almas6. Envidiaron a Moisés en el campamento y a Aarón, el santo de Yahvé. Y se abrió la tierra y se tragó a Datan, y cubrió a los secuaces de Abirón. Y el fuego devoró a su banda; las llamas consumieron a los impíos." Se hicieron un becerro en Horeb y adoraron a un simulacro fundido, y trocaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Se olvidaron de Dios, su Salvador, que tan grandes cosas había hecho en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, cosas terribles junto al mar Rojo. Y ya hubiera decretado exterminarlos si Moisés, su elegido, rio se hubiese puesto en la brecha ante El para desviar su indignación del exterminio. Despreciaron una tierra deleitosa, no tuvieron confianza en sus palabras. Y murmuraron en sus tiendas y no escucharon la voz de Yahvé. Por eso alzó su mano contra ellos, para postra ríos en el desierto y dispersar a su descendencia entre las gentes y diseminarlos por la tierra. Y se adhirieron a Baal-fegor y comieron los sacrificios de los muertos. Y le provocaron a ira con sus obras; y se difundió entre ellos una mortandad." Levantóse Finés e hizo justicia, y la plaga cesó. Y le fue contado esto a justicia, de generación en generación para siempre. Le irritaron también a propósito de las aguas de Meribá, y le sobrevino mal a Moisés por culpa de ellos, porque exacerbaron su espíritu y habló temerariamente con sus labios. No exterminaron a los pueblos, como se lo había mandado Yahvé;" antes se mezclaron con las gentes y adoptaron sus costumbres. Y sirvieron a sus ídolos, que fueron para ellos un lazo. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;" derramaron sangre inocente: la sangre de sus hijos y de sus hijas, sacrificándolos a los ídolos de Canaán, y quedó la tierra contaminada por su sangre. Se contaminaron por sus obras y se prostituyeron con sus acciones. Y se encendió la ira de Yahvé contra su pueblo, y abominó de su heredad. Y los entregó en manos de las gentes, quedando sometidos a los que los odiaban. Y fueron vejados por sus enemigos y doblegados bajo su mano. Muchas veces los libraba, pero ellos le exasperaban con sus veleidades, y eran humillados por sus iniquidades.
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