Daniel  4, 16-34

sea transformado su corazón de hombre en corazón de bestia hasta que siete tiempos transcurran sobre él. ‘Por orden del vigilante es el decreto, y por palabra del Santo es la petición, para que los vivientes sepan que el Altísimo tiene el dominio sobre el reino de los hombres, que se lo entregará a quien le plazca, y constituirá sobre él al más humilde de los hombres’. “Yo, el rey Nabucodonosor, tuve este sueño. Ahora tú, Beltesasar, dime su interpretación, porque ninguno de los sabios de mi reino ha podido declarármela. Pero tú, daniel, sí puedes, porque en ti hay espíritu de los dioses santos”. Entonces daniel, llamado Beltesasar, se quedó desconcertado por algún tiempo, y sus pensamientos lo perturbaron. El rey habló, y dijo: “Beltesasar, que el sueño y su interpretación no te perturben”. daniel contestó, y dijo: “¡Señor mío, el sueño sea contra los que te detestan, y su interpretación sea contra tus enemigos! “El árbol que viste que era grande y fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que era visible desde todos los extremos de la tierra, cuyo follaje era hermoso y su fruto abundante, y en él había alimento para toda carne, debajo del cual hacían morada las bestias del campo y en sus ramas se posaban todas las aves del cielo, y de quien se sustentaba toda carne,? eres tú, oh rey, que has crecido y te has fortalecido, te has engrandecido y has llegado hasta el cielo, y tu dominio ha llegado hasta todos los extremos de la tierra. “Respecto al vigilante y santo que el rey vio que descendía del Cielo y exclamaba fuertemente, diciendo: ‘¡Derriben el árbol y destrúyanlo, pero dejen el tronco con sus raíces en el suelo, con ataduras de hierro y de bronce entre la hierba tierna del campo, y que se empape con el rocío del cielo junto con las bestias del campo cuya morada es entre la hierba de la tierra, y que sea transformado su corazón de hombre en corazón de bestia, hasta que siete tiempos transcurran sobre él’, ésta es la interpretación, oh rey: la sentencia del Altísimo ha llegado contra mi señor el rey. “Te expulsarán de entre los hombres, tu morada estará junto con las bestias del campo, te darán a comer hierba como a un buey, y te empaparás con el rocío del cielo; y siete tiempos transcurrirán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es el que ejerce el dominio sobre el reino de los hombres, y que Él lo entrega a quien le place. “Respecto a lo que dijo, de dejar las raíces del tronco del árbol, significa que el reino te será restablecido, después de que tú hayas reconocido que la autoridad procede del Cielo. “Por tanto, que mi consejo te sea grato: Redime tus pecados con actos justos, y tu iniquidad con compasión para los débiles, hasta que alejes de ti tus transgresiones”. Todo esto le aconteció al rey Nabucodonosor. Doce meses después, mientras se paseaba el rey Nabucodonosor por el palacio real de Babilonia, habló diciendo: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para mi sede real, a fin de fortalecer mi dominio y para mi gloria?” Todavía estaba la palabra en la boca del rey, cuando surgió una voz del Cielo: “A ti, rey Nabucodonosor, se te dice: ‘Tu reino te ha sido quitado; serás expulsado de entre los hombres, junto con las bestias del campo será tu morada, te darán a comer hierba como a un buey y te empaparás con el rocío del cielo; transcurrirán sobre ti siete tiempos, hasta que reconozcas que el Dios Altísimo es el que ejerce el dominio sobre el reino de los hombres y que Él lo entrega a quien le place, y designa sobre él al más débil de los hombres”’. En ese mismo momento se cumplió la palabra acerca del rey Nabucodonosor: fue expulsado de entre los hombres, comió hierba como un buey y se empapó con el rocío del cielo, hasta que su cabello le creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Habiéndose cumplido el tiempo, yo, el rey Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo y recuperé la razón; entonces bendije al Altísimo, alabé y glorifiqué al que vive para siempre,br/porque su dominio es dominio eterno, y su reino de generación en generación.
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