I Crónicas 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 54 versitos |
1 Adán, Set, Enós.
2 Quenán, Mahalalel, Yéred.
3 Henoc, Matusalén, Lamec.
4 Noé, Sem, Cam y Jafet.
5 Descendientes de Jafet: Gómer, Magog, Maday, Yaván, Tubal, Mésec y Tirás.
6 Descendientes de Gómer: Asquenaz, Rifat y Togarmá.
7 Descendientes de Yaván: Elisá, Tarsis, los queteos y los rodenses.
8 Descendientes de Cam: Cus, Egipto, Put y Canaán.
9 Descendientes de Cus: Seba, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá. Descendientes de Ramá: Seba y Dedán.
10 Cus engendró a Nimrod, que fue el primer guerrero del mundo.
11 Egipto engendró a los ludíes, los anamíes, los leabíes, los naftujíes,
12 los patrusíes, los caslujíes —de los que proceden los filisteos— y a los cretenses.
13 Canaán engendró a Sidón, su primogénito, a Jet,
14 a los jebuseos, amorreos, guirgaseos,
15 jiveos, arqueos, sineos,
16 arvadeos, semareos y jamateos.
17 Otros descendientes de Sem: Elán, Asur, Arfaxad, Lud, Arán, Uz, Jul, Guéter y Mésec.
18 Arfaxad engendró a Sélaj y este a Éber.
19 Éber engendró a dos hijos: el primero se llamaba Péleg —ya que en su tiempo se dividió la tierra—, y su hermano se llamaba Yoctán.
20 Yoctán engendró a Almodad, Sélef, Jasarmávet, Yéraj,
21 Hadorán, Uzal, Diclá,
22 Eval, Abimael, Seba,
23 Ofir, Javilá y a Yobab. Todos ellos eran descendientes de Yoctán.
24 Descendientes de Sem: Arpaxad, Sélaj,
25 Éber, Péleg, Reú,
26 Serug, Najor, Téraj,
27 y Abrán, es decir, Abrahán.
28 Hijos de Abrahán fueron Isaac e Ismael.
29 Sus descendientes fueron Nebayot, primogénito de Ismael; después Quedar, Adbeel, Mibsán,
30 Mismá, Dumá, Masá, Jadad, Temá,
31 Yetur, Nafís y Quedmá. Estos son los hijos de Ismael.
32 Hijos de Queturá, concubina de Abrahán: Zimrán, Yoxán, Medán, Madián, Yisbac y Súaj. Hijos de Yocsán: Seba y Dedán.
33 Hijos de Madián: Efá, Éfer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos ellos eran descendientes de Queturá.
34 Abrahán engendró a Isaac. Hijos de Isaac: Esaú e Israel.
35 Hijos de Esaú: Elifaz, Reuel, Yeús, Yelán y Coré.
36 Hijos de Elifaz: Temán, Omar, Sefó, Gatán, Quenaz, Timná y Amalec.
37 Hijos de Reuel: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá.
38 Hijos de Seír: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, Disón, Éser y Disán.
39 Hijos de Lotán: Jorí y Homán. Hermana de Lotán: Timná.
40 Hijos de Sobal: Albán, Manájat, Ebal, Sefó, Onán. Hijos de Sibeón: Ayá y Aná.
41 Hijo de Aná: Disón. Hijos de Disón: Jamrán, Esbán, Yitrán y Querán.
42 Hijos de Éser: Bilán, Zaaván y Jacán. Hijos de Disón: Us y Arán.
43 Estos son los reyes que reinaron en la tierra de Edón antes de que los israelitas tuvieran rey: Bela, hijo de Beor; su capital era Dinhabá.
44 Murió Bela y le sucedió Yobab, hijo de Zéraj de Bosra.
45 Murió Yobab y le sucedió Jusán, temanita.
46 Murió Jusán y le sucedió Hadad, hijo de Bedad, que derrotó a los madianitas en los campos de Moab. Su capital era Avit.
47 Tras la muerte de Hadad reinó Samlá, de Masrecá.
48 Murió Samlá y le sucedió Saúl, que era de Rejobot Hannajar.
49 Murió Saúl y le sucedió Baal Janán, hijo de Acbor.
50 Murió Baal Janán y le sucedió Hadad. Su capital era Pau; su esposa, Mehetabel, era hija de Matred, hija de Mezahab.
51 Murió Hadad y surgieron jefes en Edón: Timná, Alvá, Yetet,
52 Oholibamá, Elá, Pinón;
53 los jefes Quenaz, Temán, Mibsar;
54 los jefes Magdiel e Irán. Estos fueron los jefes de Edón.

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Introducción a I Crónicas

1 CRÓNICAS

Por los libros de la llamada escuela deuteronomista (de Josué a 2 Reyes) estamos al tanto del período que va desde Josué hasta el destierro. El autor de Crónicas se remonta hasta Adán y llega hasta Esdras, al menos. El núcleo de su enseñanza puede resumirse en los términos siguientes: toda la historia tiene un centro de gravitación, que en el presente caso es el templo, proyectado por David y edificado por Salomón. En el templo se congrega el pueblo de Dios para buscar al Señor y alabarlo. La alabanza se torna súplica en momentos de dificultad -en la guerra, por ejemplo-, en los que el pueblo únicamente ha de rezar, confiar y esperar; el resto lo hará milagrosamente el Señor. Desde esta perspectiva, el rey David y su dinastía no han caducado, por más que ya no existan cuando escribe el cronista.

El esfuerzo intelectual y religioso de esta extensa obra tuvo su recompensa: la comunidad judía no perdió su identidad, supo afrontar un siglo más tarde la ola arrolladora del helenismo y, después, hizo frente a todos los avatares de la diáspora, las múltiples persecuciones a lo largo de los siglos e incluso el holocausto.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas