Las quejas de Job
Llegó el momento en que Job ya no pudo más y comenzó a maldecir el día en que nació.
Maldita la noche en que anunciaron:
“¡Fue niño!”
¡Que nadie se acuerde de él,
ni siquiera el Dios del cielo!
¡Que sea arrojado en las tinieblas
y todos se olviden de él!
nadie vuelva a nacer!
¡Que nadie grite de alegría!
los que tienen poder
sobre el monstruo del mar!
ni se vea la estrella de la mañana,
en un mundo de miserias!
¡Así nadie me habría abrazado
ni me habría amamantado,
y ahora estaría descansando en paz!
de esos reyes, gobernantes y consejeros
que construyeron grandes monumentos
y llenaron de oro y plata sus palacios!
como se entierra a los niños
que nacen antes de tiempo
y nunca llegan a ver el sol.
la muerte es un descanso,
pues ya no oyen gritar al capataz.
Con la muerte, los malvados
dejan de hacer destrozos.
los débiles y los poderosos,
y los esclavos se libran de sus amos.
si en la vida sólo vamos a sufrir?
¿Por qué deja seguir viviendo
a los que viven amargados?
como si buscaran un tesoro escondido.
Quisieran morirse,
pero la muerte no llega.
si pudieran bajar a la tumba!
y nos hace caminar a ciegas.
son todo mi alimento.
Mis peores temores
se han hecho realidad».
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