Job  41 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 34 versitos |
1 (40:25) ¿Pescarías con anzuelo a Leviatán? ° , | ¿sujetarías su lengua con cuerdas?
2 (26) ¿Le pasarías un cordel por la nariz?, | ¿traspasarías su mandíbula con garfios?
3 (27) ¿Te vendría con súplicas insistentes?, | ¿te aplacaría con suaves palabras?
4 (28) ¿Firmaría un contrato contigo, | para ser tu siervo de por vida?
5 (29) ¿Jugarías con él como con un pájaro?, | ¿lo atarías para diversión de tus hijas?
6 (30) ¿Podrían subastarlo los pescadores | o ponerlo en venta los mercaderes?
7 (31) ¿Le acribillarías la piel con arpones, | la cabeza con artes de pesca?
8 (32) ¡Si le pones la mano encima, | no querrás recordar la batalla!
9 (41:1) La esperanza de atraparlo es ilusoria; | su sola presencia aterra;
10 (2) ¡nadie intentaría provocarlo! | ¿Quién resistirá frente a él?
11 (3) ¿Quién fue hacia él impunemente? | ¡Nadie bajo el cielo!
12 (4) Tendré que hablar también de su arrogancia, | de su palabra firme y su alegato.
13 (5) ¿Quién atravesó su envoltura | y penetró por su doble coraza?
14 (6) ¿Quién abrió las puertas de sus fauces, | rodeadas de dientes espantosos?
15 (7) Su lomo son hileras de escudos, | bien apretados y sellados;
16 (8) sus piezas tan unidas y trabadas | que ni el aire se filtra entre ellas;
17 (9) se sueldan unas con otras, | formando un sólido bloque.
18 (10) Su estornudo emite destellos, | sus ojos parpadean como el alba.
19 (11) Sus fauces escupen antorchas, | emiten chispas de fuego;
20 (12) de sus narices sale una humareda, | como caldero que hierve atizado;
21 (13) su aliento enciende carbones, | expulsa llamas por su boca.
22 (14) Su fuerza reside en su cuello, | ante él se estremece el espanto.
23 (15) Son compactos los repliegues de su carne; | soldados al cuerpo, ni se mueven.
24 (16) Su corazón es duro como roca, | resistente como piedra molar.
25 (17) Su majestad espanta a los dioses, | al oír su estrépito retroceden.
26 (18) No valen espadas contra él, | ni dardo, lanza o jabalina.
27 (19) El hierro le resulta paja, | madera podrida el bronce.
28 (20) No hay flecha que le haga escapar, | las piedras de la honda son tamo.
29 (21) Tamo le parece el mazo, | se burla del venablo que vibra.
30 (22) Su vientre son lastras afiladas, | que arrastra como trillo por el lodo.
31 (23) Hace hervir el fondo como olla, | convierte el mar en pebetero.
32 (24) A su espalda deja un surco luminoso, | una blanca cabellera en el abismo.
33 (25) Nadie se le iguala en la tierra, | pues es criatura sin miedo.
34 (26) Se enfrenta a todo lo arrogante, | es el rey de todas las bestias».

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Introducción a Job 

JOB

Aunque este libro, probablemente, se terminó de escribir entre los siglos vi y iii a.C., contiene un tema y algunos rasgos teológicos cuyo origen es mucho más antiguo. Nos encontramos ante un poeta que sabe hacer un uso genial de todos los recursos estilísticos de la poesía hebrea. Job se ve de pronto desposeído de todo y brota su pregunta: ¿De qué sirve la honradez? ¿Es Dios injusto y caprichoso? Así queda planteado el problema que trata de resolver el autor: la inexistencia práctica de la retribución divina, la acusación de injusticia a Dios, una crítica a la teología convencional, representada por las intervenciones de los tres amigos. El Señor responde indirectamente a las quejas de Job. Si para Job este mundo es un caos, Dios le hace ver que se trata de un cosmos conducido por su sabiduría y su justicia, cualidades divinas que escapan a la comprensión humana. La experiencia vivida por Job desde la «intemperie» ha aumentado su sabiduría: antes conocía a Dios «de oídas», pero ahora lo «han visto sus ojos» (Job 42:5).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Job  41,1-34*38:1-42:6 Job consigue al fin que Dios haga acto de presencia. Pero este no va a abordar directamente sus quejas; se limitará a exponer la sabiduría de la creación.


Job  41,1*40:25 Leviatán es otro nombre del monstruo del caos, al que, según la tradición mitológica oriental, el dios creador sometió inmediatamente antes de crear la realidad toda, en orden a que esta se viese libre de amenazas o engullida en el caos primordial. La tradición interpretativa suele identificar la bestia descrita aquí con el cocodrilo.