1 (SALMO 105) El pueblo de Dios se arrepiente ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Démosle gracias porque él es bueno! ¡Dios nunca deja de amarnos! |
2 ¡Nadie es capaz de describir los milagros que Dios ha hecho! ¡Nadie puede alabarlo como él se lo merece! |
3 ¡Dios bendice a los que son justos y aman la justicia! |
4 Dios, acuérdate de mí cuando muestres tu bondad a tu pueblo; tómame en cuenta cuando vengas a salvarnos. |
5 Permíteme cantarte alabanzas en compañía de tu pueblo elegido; ¡permíteme disfrutar de su bienestar y alegría! |
6 Nosotros hemos pecado, hemos hecho lo malo; hemos sido muy malvados, como nuestros padres y abuelos. |
7 Cuando ellos estaban en Egipto, no tomaron en cuenta tus grandes hechos; no tuvieron presente tu gran amor, y a la orilla del Mar de los Juncos se rebelaron contra ti. |
8 Pero tú los salvaste para que vieran tu gran poder y te alabaran. |
9 El Mar de los Juncos quedó seco cuando oyó tu reprensión; tú hiciste que nuestros abuelos cruzaran el fondo del mar como si cruzaran el desierto. |
10 (10-11) Sus enemigos los odiaban, pero murieron ahogados en el mar. Tú los libraste de ellos; ¡ningún egipcio quedó con vida! |
12 Entonces nuestros padres creyeron en tus promesas y te cantaron alabanzas; |
13 pero al poco tiempo se olvidaron de tus hechos y no esperaron a conocer los planes que tenías. |
14 Eran tantas sus ganas de comer que allí, en pleno desierto, te pusieron a prueba y te exigieron comida. |
15 Y tú los complaciste, pero también les enviaste una enfermedad mortal. |
16 (16-17) Cuando estaban en el desierto, los que seguían a Datán y a Abiram sintieron envidia de Moisés, y también sintieron celos de Aarón, a quien tú habías elegido; pero se abrió la tierra y se tragó a todos los rebeldes; |
18 ¡llamas de fuego cayeron sobre esa pandilla de malvados! |
19 Nuestros abuelos llegaron al monte Horeb, y allí hicieron un ídolo; ¡adoraron un toro de metal! |
20 Dejaron de adorar a Dios, que era su motivo de orgullo, para adorar la imagen de un toro. |
21 (21-22) Dios hizo grandes maravillas frente al Mar de los Juncos: ¡los salvó de los egipcios! Pero ellos se olvidaron de él, |
23 y tan enojado se puso Dios que quiso destruirlos. Moisés, su elegido, intervino en favor de ellos y calmó el enojo de Dios para que no los destruyera. |
24 Pero ellos rechazaron la tierra que Dios les dio y no confiaron en sus promesas. |
25 Dentro de sus casas hablaron mal de su Dios y no quisieron obedecerlo. |
26 Dios les advirtió que los dejaría morir en el desierto, |
27 y que a sus descendientes también los haría morir, o que los dispersaría por todos los pueblos y países. |
28 Pero ellos prefirieron adorar al dios Baal de la ciudad de Pegor, y comieron de las ofrendas que se hacen a dioses muertos. |
29 Con esas malas acciones hicieron enojar a Dios, y él les mandó un terrible castigo. |
30 Pero un hombre llamado Finees intervino en favor de ellos y logró que Dios no los castigara. |
31 Por eso Finees será siempre recordado por este acto de justicia. |
32 Junto a las aguas de Meribá los israelitas hicieron enojar a Dios, y por culpa de ellos le fue muy mal a Moisés; |
33 tanto le amargaron el ánimo que Moisés no midió sus palabras. |
34 (34-35) Dios les había ordenado destruir a los otros pueblos, pero ellos no lo obedecieron. ¡Todo lo contrario! Se mezclaron con ellos y siguieron sus costumbres; |
36 adoraron a sus ídolos y se volvieron sus seguidores. |
37 (37-38) ¡Mancharon la tierra al derramar sangre inocente! ¡Entregaron a sus hijos y sus hijas como ofrenda a esos demonios! |
39 Al cometer tales acciones, se corrompieron a sí mismos y resultaron culpables. |
40 Dios se enojó mucho con ellos y acabó por aborrecerlos. |
41 (41-42) Por eso los dejó caer en poder de sus enemigos para que los humillaran y los maltrataran. |
43 Muchas veces Dios los liberó; pero ellos, siempre rebeldes, insistieron en seguir pecando. |
44 Dios los vio tan angustiados, y los escuchó quejarse tanto, |
45 que cambió de parecer. Su amor lo hizo acordarse de su pacto con los israelitas, |
46 e hizo que sus enemigos les tuvieran compasión. |
47 Dios nuestro, ¡sálvanos! ¡Permítenos volver a nuestra tierra, para que te demos gracias y te alabemos como nuestro Dios! |
48 ¡Bendito sea ahora y siempre el Dios de Israel! ¡Que diga el pueblo de Dios: «Así sea»! ¡Alabemos a nuestro Dios! |