Exodo  18 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 27 versitos |
1 Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, se enteró de cuanto había hecho Dios en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, y cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto.
2 Jetró, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, a la que este había despedido,
3 y a sus hijos: uno se llamaba Guersón (pues Moisés dijo: «Forastero soy en tierra extraña»)
4 y el otro se llamaba Eliécer (pues dijo Moisés: «El Dios de mi padre me auxilió y me libró de la espada del faraón»).
5 Jetró, suegro de Moisés, fue a ver a Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés, al desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios,
6 y mandó a decir a Moisés: «Yo, tu suegro Jetró, vengo a verte con tu mujer y tus dos hijos».
7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró, lo besó y, después de saludarse los dos, entraron en la tienda.
8 Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho al faraón y a Egipto en favor de Israel y todos los contratiempos que habían tenido por el camino, y cómo les había librado el Señor.
9 Jetró se alegró de todo el bien que el Señor había hecho a Israel, librándolo de la mano de los egipcios,
10 y dijo: «Bendito sea el Señor que os ha librado de la mano de los egipcios y de la mano del faraón y ha salvado al pueblo del poder de los egipcios.
11 Ahora reconozco que el Señor es más grande que todos los dioses, porque os libró del dominio egipcio cuando os trataban con tiranía».
12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel vinieron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.
13 Al día siguiente, Moisés se sentó a resolver los asuntos del pueblo y todo el pueblo acudía a él, de la mañana a la noche.
14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía este por el pueblo, le dijo: «¿Qué es lo que haces por este pueblo? ¿Por qué estás sentado tú solo mientras todo el pueblo acude a ti, de la mañana a la noche?».
15 Moisés respondió a su suegro: «El pueblo acude a mí para consultar a Dios;
16 cuando tienen un pleito, vienen a mí y yo decido entre unos y otros, y les enseño los mandatos del Señor y sus instrucciones».
17 El suegro de Moisés le replicó: «No está bien lo que haces;
18 os estáis matando tú y el pueblo que te acompaña. La tarea es demasiado grande y no puedes despacharla tú solo.
19 Ahora, escúchame: te voy a dar un consejo, y que Dios esté contigo. Tú representas al pueblo ante Dios y presentas ante Dios sus asuntos.
20 Incúlcales los mandatos y las instrucciones, enséñales el camino que deben seguir y las acciones que deben realizar.
21 Después busca entre todo el pueblo algunos hombres valientes, temerosos de Dios, sinceros y enemigos del soborno, y establece de entre ellos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte.
22 Ellos administrarán justicia al pueblo regularmente: los asuntos graves, que te los pasen a ti; los asuntos sencillos, que los resuelvan ellos. Así aligerarás tu carga, pues ellos la compartirán contigo.
23 Si haces lo que te digo, cumplirás lo que Dios te manda y podrás resistir, y el pueblo se volverá a casa en paz».
24 Moisés aceptó el consejo de su suegro e hizo lo que le decía.
25 Escogió entre todo Israel hombres valientes y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte.
26 Ellos administraban justicia al pueblo regularmente: los asuntos complicados se los pasaban a Moisés, los sencillos los resolvían ellos.
27 Luego Moisés despidió a su suegro, que se volvió a su tierra.

Patrocinio

 
 

Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo -cuyo nombre significa «salida»- es uno de los libros bíblicos con mayor carga y densidad teológica. En él ocupan un puesto relevante cuestiones tan importantes como la liberación, la alianza, la teofanía, la ley o el santuario. En todas ellas aparece Dios, con un protagonismo indudable. El Dios del Éxodo aparece como el Señor (Éxo 3:15), el que salva; es un Dios comprometido en los acontecimientos que afectan a su pueblo, pues lo considera como su hijo primogénito (Éxo 4:22 s).

Tras la liberación de Egipto, y una vez convertido en soberano de Israel, el Señor guía y protege a su pueblo por el desierto, dándole el agua (Éxo 15:22-27; Éxo 17:1-7) y el alimento (Éxo 16:1-36) necesarios para sobrevivir; ayudándolo a superar otras dificultades externas e internas (Éxo 17:8-16; Éxo 18:1-27). Viene luego el Sinaí, escenario de la alianza entre Dios y su pueblo (véase especialmente Éxo 19:3-8; Éxo 24:3-8; Éxo 34:10-27). La alianza aparece aquí trabada primero con la teofanía y la ley (Éxo 19:3 - Éxo 24:11) y luego con el santuario (Éxo 24:12 - Éxo 40:38). Si el santuario pretende asegurar la presencia del Señor en medio de su pueblo, la alianza trata de establecer una relación entre ambos.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

Patrocinio

Notas

Exodo  18,1-27*15:22-18:27 Por el desierto, Israel tendrá que enfrentarse con el hambre y la sed, con los amalecitas y con problemas de organización de la comunidad. El mismo Señor que libró a los israelitas de la esclavitud los guiará y ayudará en esta nueva etapa de su historia.