Exodo  32 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos | Exodo  32 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 35 versitos
1

APOSTASÍA DE ISRAEL
Y RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
El ternero de oro
1 Re 12,25-33; Sal 106,19-23

Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar del monte, acudió en masa ante Aarón, y le dijo:
– Fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros; porque no sabemos qué le ha pasado a ese Moisés que nos sacó de Egipto.
1
5. EL BECERRO DE ORO Y LA RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
El becerro de oro.
Al ver el pueblo que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió en torno a Aarón y le dijo: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues no sabemos qué ha sido de ese Moisés, que nos sacó del país de Egipto.»
2 Aarón les contestó:
– Quítenles los pendientes de oro a sus mujeres, hijos e hijas y tráiganmelos.
2 Aarón les respondió: «Quitad de las orejas los pendientes de oro a vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos.»
3 Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro y se los trajo a Aarón.3 Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro de las orejas, y los entregó a Aarón.
4 Él los recibió, hizo trabajar el oro a cincel y fabricó un ternero de fundición. Después les dijo:
–Éste es tu dios, Israel, que te sacó de Egipto.
4 Él los tomó de sus manos, los fundió en un molde e hizo un becerro de fundición. Entonces ellos exclamaron: «Éste es tu Dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto.»
5 Después, con reverencia, edificó un altar ante él y proclamó:
– Mañana es fiesta del Señor.
5 Al verlo Aarón, erigió un altar ante el becerro y anunció: «Mañana habrá fiesta en honor de Yahvé.»
6 Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión, el pueblo se sentó a comer y beber y después se levantó a danzar.6 Al día siguiente se levantaron de madrugada y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó a comer y beber, y después se levantó para divertirse.
7 El Señor dijo a Moisés:
– Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto.
7
Ira de Yahvé.
Yahvé dijo a Moisés: «¡Anda, baja! Porque se ha pervertido tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto.
8 Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: Éste es tu dios, Israel, el que te sacó de Egipto.8 Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: “Éste es tu Dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto.”»
9 Y el Señor añadió a Moisés:
– Veo que este pueblo es un pueblo testarudo.
9 Y añadió Yahvé a Moisés: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz.
10 Por eso déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti sacaré un gran pueblo.10 Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran pueblo.»
11 Entonces Moisés aplacó al Señor, su Dios, diciendo:
–¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta?
11
Ruego de Moisés.
Pero Moisés trató de aplacar a Yahvé su Dios, diciendo: «¿Por qué, oh Yahvé, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste del país de Egipto con gran poder y mano fuerte?
12 ¿Tendrán que decir los egipcios: Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra? Desiste del incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.12 ¿Por qué han de decir los egipcios: Los sacó con mala intención, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.
13 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de que he hablado, para que la posean siempre.13 Acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Israel, tus siervos, a quienes por ti mismo juraste: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y toda esta tierra, de la que os he hablado, se la daré a vuestros descendientes, que la heredarán para siempre.»
14 Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.14 Y Yahvé renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su pueblo.
15

Castigo

Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados, por delante y por detrás;
15
Moisés rompe las tablas de la Ley.
Moisés se volvió y bajó del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas.
16 eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas.16 Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.
17 Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés:
– Se oyen gritos de guerra en el campamento.
17 Josué oyó las voces del pueblo que gritaba y dijo a Moisés: «Hay gritos de guerra en el campamento.»
18 Contestó él:
– No es grito de victoria, no es grito de derrota, son otros cantos lo que oigo.
18 Respondió Moisés:
«No es grito de victoria,
no es grito de derrota.
Es grito de algazara lo que oigo.»
19 Al acercarse al campamento y ver el ternero y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte.19 Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés ardió en ira, arrojó las tablas y las hizo añicos al pie del monte.
20 Después agarró el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, luego esparció el polvo en agua, y se lo hizo beber a los israelitas.20 Luego tomó el becerro que habían hecho y lo quemó; lo molió, lo esparció en el agua, y se lo dio a beber a los israelitas.
21 Moisés dijo a Aarón:
–¿Qué te ha hecho este pueblo para que le hicieras cometer tan enorme pecado?
21 Moisés preguntó a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo cargues con tan grande culpa?»
22 Contestó Aarón:
– No te irrites, señor. Sabes que este pueblo es perverso.
22 Aarón respondió: «No se encienda la ira de mi señor. Tú sabes que este pueblo es obstinado.
23 Me dijeron: Fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a ese Moisés que nos sacó de Egipto.23 Me dijeron: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues no sabemos qué le ha sucedido a ese Moisés, que nos sacó del país de Egipto.”
24 Yo les dije: Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé. Yo lo eché al fuego y salió este ternero.24 Yo les contesté: “El que tenga oro que se desprenda de él.” Ellos se lo quitaron y me lo dieron; yo lo eché al fuego y salió este becerro.»
25 Moisés, viendo que el pueblo estaba desenfrenado por culpa de Aarón, que lo había expuesto al ataque enemigo,25
Celo de los levitas.
Moisés vio que el pueblo estaba desenfrenado, pues Aarón les había permitido entregarse a la idolatría en medio de sus adversarios—
26 se plantó a la puerta del campamento y gritó:
–¡Los que estén de parte del Señor, júntense conmigo!
Y se le juntaron todos los levitas.
26 Entonces Moisés se plantó a la puerta del campamento, y exclamó: «¡A mí los de Yahvé!», y se le unieron todos los hijos de Leví.
27 Él les dijo:
– Esto dice el Señor Dios de Israel: Tome cada uno la espada; regresen al campamento, vayan de puerta en puerta y maten sin tener en cuenta si es hermano, compañero, o pariente.
27 Él les dijo: «Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada al costado; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente.»
28 Los levitas cumplieron las órdenes de Moisés, y aquel día cayeron unos tres mil hombres del pueblo.28 Cumplieron los hijos de Leví la orden de Moisés; y cayeron aquel día unos tres mil hombres del pueblo.
29 Moisés les dijo:
– Hoy se han consagrado al Señor, a costa del hijo o del hermano, ganándose hoy su bendición.
29 Luego dijo Moisés: «Hoy habéis recibido la investidura como sacerdotes de Yahvé, cada uno a costa de vuestros hijos y vuestros hermanos, para que él os dé hoy la bendición.»
30

Intercesión

Al día siguiente Moisés dijo al pueblo:
– Han cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a ver si puedo conseguir que los perdone.
30
Moisés intercede de nuevo por el pueblo.
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un gran pecado. Ahora subiré a Yahvé; acaso pueda obtener el perdón para vuestro pecado.»
31 Volvió, entonces, Moisés al Señor y le dijo:
– Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro.
31 Moisés volvió a Yahvé y dijo: «Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro.
32 Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras de tu registro.32 Pero ahora, ¡si quieres perdonar su pecado...!, si no, bórrame del libro que has escrito.»
33 El Señor respondió:
– Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro.
33 Yahvé respondió a Moisés: «Al que haya pecado contra mí, lo borraré yo de mi libro.
34 Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.34 Ahora ve y conduce al pueblo adonde te he dicho. Mi ángel irá delante de ti, mas llegará un día en que los castigaré por su pecado.»
35 Y el Señor castigó al pueblo por venerar el ternero que había hecho Aarón.35 Y Yahvé castigó al pueblo por lo que había hecho con el becerro fabricado por Aarón.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  32,1-14El ternero de oro. En contraste con Éxo_19:8 y 24,3.7, donde todo el pueblo promete hacer cuanto mande el Señor, encontramos este relato con la intención de subrayar la infidelidad del pueblo a la Alianza. El pueblo trata de disculpar este acto, que generalmente se denomina apostasía, con la ausencia de Moisés y su ignorancia de dónde se encuentra (1). Y es que, efectivamente, en 24,18 se nos dijo que Moisés había subido al monte y había permanecido allí cuarenta días con sus noches. Queda claro que lo que se realiza aquí es en ausencia de Moisés, pero en presencia y con el beneplácito de Aarón. Se han dado muchas interpretaciones acerca de este pasaje sin llegar a alcanzar la unanimidad respecto a su significado. Por ahora, lo que más nos sirve a nosotros es entender el pasaje como un relato cargado de simbolismo, donde se busca demostrar que ya desde los comienzos de Israel como pueblo hubo infidelidades y rechazo hacia el Dios que le había dado la vida. La infidelidad conllevó siempre el castigo y los «intentos» por parte de Dios de exterminarlos a todos; pero siempre hubo un mediador, generalmente un profeta, en este caso Moisés. Desempeña tan bien su papel de mediador que logra que Dios se arrepienta de su decisión para dar paso al perdón y a la acogida amorosa de los infractores (14).
Esta misma dinámica atraviesa toda la historia de Israel, y es a la luz de ella como podemos entender el mensaje de los profetas. Es, al mismo tiempo, la clave que nos ayuda a entender el impacto que produjo este pasaje releído y actualizado en los momentos más difíciles de la historia del pueblo. Pensemos sólo en la época del destierro (587-534 a.C.) cuando todo se había perdido, incluso casi la misma fe en el Señor. Seguramente, la relectura de este pasaje llevó a un renacer de la fe y de la esperanza. Fe en que ese Dios comprometido con el pueblo desde tiempos de la esclavitud, que no los borró de la faz de la tierra en otras circunstancias también difíciles, ahora tampoco los destruiría ni los abandonaría, siempre y cuando el pueblo reconociera sus culpas. Así pues, se puede constatar que Dios asume un compromiso con Israel, no porque sea el mejor de todos, sino precisamente porque es pecador y porque es también el lugar teológico de la misma «esperanza divina» -Dios también tiene esperanza- en el cambio del pueblo gracias a Su justicia.


Exodo  32,15-29Castigo. La ira del Señor aplacada por Moisés se enciende ahora hacia el propio Moisés, quien al constatar la falta en que ha incurrido su pueblo lanza las tablas de la Alianza y las rompe al pie del monte (19); luego destruye también el ternero de oro y lo incinera, haciendo beber al pueblo sus cenizas mezcladas con agua (20). El castigo es ejecutado por quienes son fieles a Moisés: los levitas, que al parecer no se contaminaron con el culto dado al ternero (27s); mediante la ejecución de la pena de muerte son consagrados y bendecidos (29). Es importante tener en cuenta que se maneja el simbolismo de las imágenes para transmitir una idea. No hay que tomar al pie de la letra lo que nos narra el pasaje porque se echa a perder todo el valor simbólico que encierra y porque, sobre todo, se distorsiona el mensaje teológico religioso que tuvo en su momento y que puede tener hoy para nosotros, a saber: la fidelidad al Dios de la liberación y de la vida exige un rechazo radical de todo aquello que se opone al plan divino. Cuando se camina detrás de otros dioses, detrás de otros proyectos, se camina directamente a la perdición.
Exodo  32,30-35Intercesión. Estos versículos, que han dado pie a numerosas interpretaciones y adaptaciones a la imaginación popular, reflejan una manera de pensar, una creencia del antiguo Cercano Oriente según la cual, la divinidad poseía un libro donde estaban inscritos los nombres de sus militantes. Israel no es ajeno a esta creencia que adapta a su manera de pensar. Nótese, por ejemplo, que cuando se hacía algún censo en Israel se pagaba un rescate, se realizaba un rito de expiación y los nombres de los empadronados quedaban grabados en tablas. Cualquiera que fuera «borrado de las tablas» -o del libro- quedaba separado de la comunidad, lo que significaba quedar definitivamente muerto. Aquí no hay, por tanto, fundamento para basar doctrina alguna sobre la muerte eterna o el infierno. Todo el capítulo, que refleja distintas fuentes, está en función de ilustrar la idea teológica de la renovación de la Alianza, cuyos elementos son: 1. Pecado, por lo general de apostasía. 2. Castigo. 3. Arrepentimiento. 4. Restauración.