Eclesiastés 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 18 versitos |
1 Palabras de Qohélet, hijo de David, rey de Jerusalén.
2 ° ¡Vanidad de vanidades! ° —dice Qohélet—. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad!
3 ° ¿Qué saca el hombre de todos los afanes con que se afana bajo el sol?
4 Una generación se va, otra generación viene, pero la tierra siempre permanece.
5 Sale el sol, se pone el sol, se afana por llegar a su puesto, y de allí vuelve a salir.
6 Sopla hacia el sur, gira al norte, gira que te gira el viento, y vuelve el viento a girar.
7 Todos los ríos se encaminan al mar, y el mar nunca se llena; pero siempre se encaminan los ríos al mismo sitio.
8 Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver, ni se hartan los oídos de oír.
9 Lo que pasó volverá a pasar; lo que ocurrió volverá a ocurrir: nada hay nuevo bajo el sol.
10 De algunas cosas se dice: «Mira, esto es nuevo». Sin embargo, ya sucedió en otros tiempos, mucho antes de nosotros.
11 Nadie se acuerda de los antiguos, y lo mismo pasará con los que vengan: sus sucesores no se acordarán de ellos.
12 Yo, Qohélet, fui rey de Israel en Jerusalén.
13 Me dediqué a investigar y a explorar con método todo lo que se hace bajo el cielo. ¡Triste tarea ha dado Dios a los hombres para que se ocupen en ella!
14 Examiné todas las acciones que se realizan bajo el sol y comprendí que todo es vanidad y caza de viento:
15 Lo torcido no se puede enderezar, | lo que falta no se puede calcular.
16 Y me dije: «Aquí estoy yo, que he acumulado tanta sabiduría, incluso más que mis predecesores en Jerusalén. Mi mente alcanzó sabiduría y conocimiento incalculables.
17 Me dediqué a estudiar la sabiduría y el conocimiento, la locura y la necedad». Y comprendí que también eso es caza de viento,
18 pues: A más sabiduría más pesadumbre, | a más conocimiento más sufrimiento.

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Introducción a Eclesiastés

ECLESIASTÉS

El término qohelet (ekklesiastes en griego) alude al que reúne o convoca la asamblea, y su identificación -como autor- con Salomón es, como sucede en Prov y Cant, un caso de ficción literaria. Del verdadero autor nada se sabe; la composición del libro suele situarse en la segunda mitad del siglo iii a.C. Como Job, su protagonista desconfía claramente -basándose en la propia experiencia- de la teoría tradicional de la retribución divina, según la cual, Dios premia a los buenos y castiga a los malos. A pesar de sus reflexiones, no logra alcanzar una respuesta satisfactoria a sus interrogantes. Si la misma suerte aguarda al sabio y al necio, ¿qué ventaja aporta entonces la sabiduría? Si nada hay nuevo bajo el sol, ¿a qué buscar? La bancarrota del esfuerzo sapiencial deja paso a otra afirmación radical: la conveniencia de disfrutar de los placeres, que Qohélet entiende, sin embargo, como don divino.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Eclesiastés 1,2*1:2 El término hebreo por vanidad hace referencia a lo hueco, huero; al vaho o vapor inconsistente, sin fuerza ni duración.


Eclesiastés 1,3-11*1:3-11 El aparente determinismo del cosmos deja su reflejo en la inutilidad de los esfuerzos humanos por encontrar algo que dé sentido a su actividad. El término afán (trabajo fatigoso), muy común en el libro, sirve para describir por vía negativa el sentido (frustrante) de los esfuerzos del ser humano.