1 Israel volverá de Babilonia El Dios de Israel declara: «El día que vuelvan de Babilonia, yo seré el Dios de todos los israelitas, y ellos serán mi pueblo. |
2 »Cuando andaban por el desierto, yo les demostré mi gran amor. A los que no murieron en la guerra, los hice descansar. |
3 (3-4) Hace mucho, mucho tiempo me aparecí ante ellos y les dije: “Pueblo de Israel, siempre te he amado, siempre te he sido fiel. Por eso nunca dejaré de tratarte con bondad. Volveré a reconstruirte, y volverás a danzar alegremente, a ritmo de panderetas. |
5 En las colinas de Samaria volverás a plantar viñedos, y disfrutarás de las uvas. |
6 Muy pronto los guardias gritarán por las colinas de Efraín: ‘¡Vengan, vayamos a Jerusalén, y adoremos a nuestro Dios!’”» |
7 El Dios de Israel dice: «¡Canten alegres, israelitas! ¡Ustedes son los más importantes entre todas las naciones! En sus alabanzas canten: “¡Tú, Dios nuestro, nos salvaste! ¡Salvaste a los pocos israelitas que aún quedábamos con vida!” |
8 »Yo los haré volver de Babilonia; los haré volver de todos los rincones del mundo, y los llevaré a su tierra. Serán muchos los que vuelvan. Volverán los ciegos y los cojos, las que estén embarazadas, y las que llevan bebés en brazos. |
9 Vendrán arrepentidos, con lágrimas en los ojos, y yo los llevaré por un camino seguro. Israel, yo soy tu padre, y tú eres mi hijo mayor». |
10 Dios les dice a las naciones: «Escuchen mi mensaje. Digan a las islas lejanas que yo dispersé a Israel, pero que volveré a reunirlo. Ahora voy a cuidarlos, como cuida el pastor a sus ovejas. |
11 Rescataré a los israelitas; los libraré del poder de ustedes, pues son más fuertes que ellos. |
12 Cuando ellos lleguen a Jerusalén disfrutarán de mis bendiciones. Yo les daré trigo, vino y aceite, y también vacas y ovejas, para que hagan fiesta. Serán como un jardín bien regado, y nunca más perderán su fuerza. |
13 Yo les daré consuelo; cambiaré su dolor en danza y su tristeza en alegría. Bailarán alegres jóvenes y viejos. |
14 Los sacerdotes y mi pueblo disfrutarán de mis bendiciones, y tendrán más de lo que necesitan. Les juro que así lo haré». |
15 El Dios de Israel dice: «Grandes llantos y lamentos oyó la gente de Ramá. Es Raquel, que llora por la muerte de sus hijos, y no quiere ser consolada». |
16 (16-17) Pero Dios le dice: «Sécate las lágrimas, Raquel; ya no sigas llorando ni pierdas la esperanza. Tus hijos volverán a su patria; volverán de ese país enemigo, y tu sufrimiento se verá recompensado. Te juro que así será. |
18 »Ya he escuchado a mi pueblo llorar amargamente. Los he oído reclamarme: “Dios de Israel, ¡tú eres nuestro Dios! Éramos como un toro salvaje, pero tú pudiste domarnos y ahora sabemos obedecer. ¡Acéptanos de nuevo! |
19 ”Cuando jóvenes, te abandonamos; pero ahora estamos arrepentidos. ¡Estamos tan avergonzados que nosotros mismos nos herimos!” |
20 »Pero yo les he dicho: “Ustedes son mi pueblo preferido; ¡y los quiero más que a nadie! Es verdad que los reprendo, pero siempre pienso en ustedes. ¡Los amo de todo corazón! ¡Les tengo un gran cariño! |
21 ”Amado pueblo de Israel, ¡regresa ya a tus ciudades! ¡Pon señales en el camino para que puedas encontrarlo! |
22 ¡Deja ya de andar perdido! ¡Deja ya de serme infiel! Yo soy el Dios de Israel, y he creado algo nuevo y sorprendente, tanto que nadie podría imaginárselo”». |
23 El sueño de Jeremías En un sueño, el Dios todopoderoso me dijo: «Cuando yo haga volver a los israelitas del país donde ahora son esclavos, los que viven en las ciudades de Judá volverán a decir: “¡Dios te bendiga, Jerusalén! ¡Ciudad elegida por Dios! ¡Dios te bendiga, templo de Dios, pues en ti habita la justicia!” |
24 »Allí vivirán todos los que ahora viven en las ciudades de Judá, junto con los campesinos y los pastores de ovejas. |
25 A los que tengan hambre les daré de comer, y a los que tengan sed les daré de beber». |
26 Cuando me desperté y abrí los ojos, me di cuenta de que había tenido un sueño muy hermoso. |
27 Responsabilidad personal El Dios de Israel dice: «Viene el día en que haré que Israel y Judá vuelvan a poblarse de gente y de animales. |
28 Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer. |
29 Cuando llegue ese día, nadie volverá a decir: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”, |
30 porque cada quien será responsable de sus propios actos. En otras palabras, cada uno de ustedes morirá por su propio pecado». |
31 El nuevo pacto El Dios de Israel dice: «Viene el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá. |
32 (32-33) En el pasado, tomé de la mano a sus antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será este: »Haré que mis enseñanzas las aprendan de memoria, y que sean la guía de su vida. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Les juro que así será. |
34 »Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados. Les juro que así será». |
35 El gran poder de Dios El Dios todopoderoso dice: «Yo hago que el sol alumbre de día, y que la luna y las estrellas alumbren de noche. Yo hago que ruja el mar y que se agiten las olas. ¡Yo soy el Dios de Israel! |
36 (36-37) »El día que estas leyes naturales lleguen a faltar, ese día el pueblo de Israel dejará de ser mi nación preferida. El día que alguien pueda medir la altura del cielo o explorar lo profundo de la tierra, ese día yo rechazaré a mi pueblo por todo el mal que ha hecho. ¡Pero eso nunca sucederá! ¡Les doy mi palabra!» |
38 Jerusalén será reconstruida El Dios de Israel dice: «Viene el día en que Jerusalén, mi ciudad, será reconstruida desde la torre de Hananel hasta el portón de la Esquina, |
39 y de allí hasta la colina de Gareb y el barrio de Goá. |
40 Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!» |