Jeremías  45 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 5 versitos |
1 El año cuarto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, el profeta Jeremías dirigió estas palabras a Baruc, hijo de Nerías, cuando este escribía en un rollo lo que le dictaba Jeremías:
2 «Esto dice el Señor, Dios de Israel, respecto a ti, Baruc:
3 Te lamentas de que eres un desgraciado, de que el Señor añade sufrimiento a tu dolor y de que estás cansado de gemir y no encuentras reposo.
4 Pues me ordena que te diga lo siguiente: Esto dice el Señor: Ya sabes que destruyo lo que he construido y que arranco lo que he plantado, y así en toda la tierra.
5 ¿Y vienes ahora a pedir para ti algo extraordinario? ¡Ni se te ocurra!, pues ahora que voy a enviar calamidades a todos los seres vivos —oráculo del Señor— date por satisfecho si salvas tu vida vayas por donde vayas. Ese será el botín que consigas».

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Introducción a Jeremías 

JEREMÍAS

En el conjunto de los libros proféticos, el de Jeremías se caracteriza, entre otras cosas, por incorporar gran cantidad de material narrativo. Llama también la atención el aparente desorden del material que compone el libro, pues no sigue una línea cronológica clara, aunque existe una cierta continuidad por los relatos biográficos que se ocupan de la vida del profeta a partir del año 608 a.C. En este contexto, todo el libro se mueve pendularmente (y paradójicamente) entre dos extremos: la irremediable destrucción, ya decretada, y la posibilidad de recuperación a partir de la conversión; los oráculos de aniquilamiento sin posibilidad de recurso, y las profecías de restauración. Anunciará con firmeza el establecimiento de una nueva alianza (Jer 31:31 ss) entre Dios y su pueblo, que se hará realidad siglos más tarde en la persona de Jesús, el Hijo de Dios.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas