Lamentaciones  1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 22 versitos |
1 ° (Álef) ¡Qué solitaria se encuentra | la ciudad populosa! | Como una viuda ha quedado | la primera de las naciones. | La princesa de las provincias, | sometida a tributo.
2 (Bet) Pasa la noche llorando: | las lágrimas riegan sus mejillas; | ninguno de sus amantes | le ofrece consuelo; | todos sus amigos la han traicionado, | se han vuelto sus enemigos.
3 (Guímel) Judá marcha al destierro, | humillada y esclavizada; | habita entre gentiles, | no encuentra descanso; | sus perseguidores la han dado caza | y se encuentra angustiada.
4 (Dálet) Los caminos de Sión están de luto, | nadie acude a las fiestas; | sus puertas están desoladas, | sus sacerdotes, llorando; | sus doncellas están apenadas, | y ella misma llena de amargura.
5 (He) Sus enemigos están al frente, | sus adversarios prosperan, | pues el Señor la ha afligido | por sus muchos delitos; | sus niños marchan al cautiverio | delante del enemigo.
6 (Vau) La hija de Sión ha perdido | toda su hermosura; | sus príncipes, como ciervos | que no encuentran pasto, | se derrumban desfallecidos | ante el perseguidor.
7 (Zain) Jerusalén recuerda sus días tristes | de vida errante, | añorando los tesoros | que había reunido desde antiguo, | cuando su pueblo caía en manos enemigas | y nadie la socorría; | la miran los enemigos | y se ríen de su destrucción.
8 (Jet) Gravemente pecó Jerusalén, | se ha convertido en sarcasmo; | al verla desnuda, | la desprecian cuantos la honraban; | y ella, entre sollozos, | se vuelve de espaldas.
9 (Tet) Lleva su impureza en los vestidos, | no imaginó este final. | Asombrosa ha sido su caída, | no hay quien la consuele. | «¡Mira, Señor, mi aflicción, | cómo se crece el enemigo!».
10 (Yod) El enemigo se ha apropiado | de todos sus tesoros; | ella ha visto entrar en su santuario | a los gentiles, | a quienes habías prohibido | entrar en tu asamblea.
11 (Kaf) Todo su pueblo, entre sollozos, | anda buscando pan; | ofrece sus tesoros para comer | y recobrar las fuerzas. | «¡Mira, Señor, contempla | qué envilecida estoy!
12 (Lámed) Vosotros, los que pasáis por el camino, | mirad y ved | si hay dolor como el dolor | que me atormenta, | con el que el Señor me afligió | el día de su ardiente ira.
13 (Mem) Desde lo alto ha enviado fuego | y lo ha metido en mis huesos; | ha tendido una red a mis pasos | y me ha tirado de espaldas; | me ha dejado desolada, | desfallecida todo el día.
14 (Nun) Ató el yugo de mis delitos, | entretejidos por su mano; | lo puso sobre mi cuello, | doblegó mis fuerzas; | me abandonó el Señor en unas manos | que me impiden levantarme.
15 (Sámek) Ha rechazado el Señor, en medio de mí, | a todos mis valientes; | convocó contra mí una asamblea | para aniquilar a mis guerreros; | pisó el Señor en el lagar a la doncella, | la hija de Judá.
16 (Ayin) Por eso lloro, | mis ojos se deshacen en lágrimas; | porque está lejos quien me consuele, | quien me reanime; | mis hijos están desolados, | pues fue más fuerte el enemigo».
17 (Pe) Sión extiende sus manos | sin hallar quien la consuele; | el Señor envió a sus adversarios | para cercar a Jacob; | Jerusalén se ha convertido entre ellos | en impureza.
18 (Sade) «Justo ha sido el Señor, | pues fui rebelde a su mandato. | Escuchad, por favor, | todos los pueblos y ved mi dolor; | mis doncellas y mis jóvenes | han marchado al cautiverio.
19 (Qof) Llamé a mis amantes, | pero me han traicionado; | mis sacerdotes y mis ancianos | murieron en la ciudad, | mientras buscaban alimento | para recobrar las fuerzas.
20 (Res) ¡Contempla, Señor, mi angustia; | me bullen las entrañas!; | se me revuelve dentro el corazón, | porque he sido muy rebelde; | fuera, la espada me deja sin hijos; | en casa, la muerte.
21 (Sin) La gente escucha mis gemidos, | pero nadie me consuela; | mis enemigos, enterados de mi mal, | se alegran de que tú lo hayas hecho; | haz venir el día que anunciaste, | y terminarán como yo.
22 (Tau) ¡Llegue toda su maldad hasta ti | y trátalos a ellos | como me has tratado a mí | por todos mis delitos!; | porque son muchos mis gemidos | y mi corazón desfallece».

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Introducción a Lamentaciones 

LAMENTACIONES

Este libro surge de la vivencia exílica. Sus poemas albergan muy diversos sentimientos, desde la inicial confusión y perplejidad por la caída de Jerusalén (587 a.C.) hasta la postrera y definitiva confesión de esperanza en el Señor. Sus lamentos recogen palabras de dolor y de queja por la suerte aciaga del reino, de reproche a los aliados por su abandono, de angustia por la muerte de los habitantes (en especial de los más pequeños), de ira contra los enemigos por su ensañamiento, de recriminación, incluso, contra Dios por haberlos desamparado. Lamentaciones es, por todo ello, un testimonio singular de la más honda crisis de fe por la que el Israel bíblico pasó como pueblo de Dios.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Lamentaciones  1,1-22*1 Lam 1:1-22 se relaciona probablemente con la primera caída de Jerusalén (año 598), cuando el rey y un grupo selecto de la población fueron deportados. Jerusalén ha pecado gravemente y sus delitos no han quedado impunes; en su desgracia, sus aliados tradicionales (amantes), no la han socorrido, el enemigo ha triunfado, Dios ha entregado a su pueblo en sus manos. No obstante, Jerusalén confía en que, frente a la mirada burlona de quienes la contemplan, Dios se fije en su dolor, se compadezca y la salve.