Ezequiel  16 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 63 versitos |
1 ° Me fue dirigida esta palabra del Señor:
2 «Hijo de hombre, hazle conocer sus acciones detestables a Jerusalén.
3 Di: Esto dice el Señor Dios, a Jerusalén. Por tu origen y tu nacimiento eres cananea: tu padre era amorreo y tu madre hitita.
4 Así fue tu nacimiento: El día en que naciste, no te cortaron el cordón, no te lavaron con agua para purificarte, ni te friccionaron con sal, ni te envolvieron en pañales.
5 Nadie se apiadó de ti ni hizo por compasión nada de todo esto, sino que por aversión te arrojaron a campo abierto el día que naciste.
6 Yo pasaba junto a ti y te vi revolviéndote en tu sangre, y te dije: Sigue viviendo, tú que yaces en tu sangre, sigue viviendo.
7 Te hice crecer como un brote del campo. Tú creciste, te hiciste grande, llegaste a la edad del matrimonio. Tus senos se afirmaron y te brotó el vello, pero continuabas completamente desnuda.
8 Pasé otra vez a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí mi manto sobre ti para cubrir tu desnudez. Con juramento hice alianza contigo —oráculo del Señor Dios— y fuiste mía.
9 Te lavé con agua, te limpié la sangre que te cubría y te ungí con aceite.
10 Te puse vestiduras bordadas, te calcé zapatos de cuero fino, te ceñí de lino, te revestí de seda.
11 Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar en tu cuello.
12 Te puse un anillo en la nariz, pendientes en tus orejas y una magnífica diadema en tu cabeza.
13 Lucías joyas de oro y plata, vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas cada vez más bella y llegaste a ser como una reina.
14 Se difundió entre las naciones paganas la fama de tu belleza, perfecta con los atavíos que yo había puesto sobre ti —oráculo del Señor Dios—.
15 Pero tú, confiada en tu belleza, te prostituiste; valiéndote de tu fama, prodigaste tus favores y te entregaste a todo el que pasaba.
16 Con tus vestidos adornaste lugares de culto con vivos colores, y en ellos te prostituías: tal cosa no había ocurrido nunca, ni volverá a ocurrir.
17 Con las espléndidas joyas de oro y plata que te había regalado te hiciste imágenes humanas para prostituirte con ellas.
18 Con tus vestidos bordados las recubriste y ofreciste ante ellas mi aceite y mi incienso.
19 El pan que te había dado, la flor de harina, el aceite y la miel con que te alimentaba, los ofreciste como ofrenda agradable —oráculo del Señor Dios—.
20 Tus hijos e hijas que habías dado a luz para mí, los ofreciste como comida. Como si no bastasen tus prostituciones
21 sacrificaste a mis hijos y se los entregaste como ofrenda.
22 En medio de tus acciones detestables y de tus prostituciones, no te acordaste de los días de tu infancia, cuando, completamente desnuda, revolcabas tu desnudez en tu sangre.
23 Y para colmo de tu perversión, ¡ay de ti! —oráculo del Señor Dios—,
24 te has construido una alcoba y te has hecho un lugar de culto en cada plaza.
25 En cada cabecera de caminos construías tus santuarios, hiciste abominable tu belleza ofreciéndote a todo el que pasaba, y multiplicando tus prostituciones.
26 Te prostituiste con los egipcios, tus vecinos de cuerpo fuerte, multiplicando tus prostituciones para irritarme.
27 Entonces te castigué, reduciendo tu ración, y te entregué a la avidez de tus enemigas, las filisteas, que se avergonzaban de tu conducta impúdica.
28 Te prostituiste también con los asirios, porque no te habías saciado; te prostituiste con ellos, pero no te saciaste.
29 Multiplicaste tus prostituciones en Caldea, una tierra de comerciantes, y aun así no te saciaste.
30 ¡Qué inquieto estaba tu corazón —oráculo del Señor Dios— cuando hacías todas esas cosas, propias de una prostituta descarada,
31 cuando construías tu alcoba en cada cabecera de caminos, y tu lugar de culto en cada plaza! Ni siquiera fuiste como una prostituta. Tú desdeñabas la paga,
32 como mujer adúltera que, en lugar de acoger a su marido, acoge a los extraños.
33 A una prostituta se le paga con regalos, pero tú has dado tus regalos a todos tus amantes y los has seducido para que vinieran a ti de todas partes para tus prostituciones.
34 Te ha ocurrido en tus prostituciones lo contrario que a otras mujeres, justo al contrario: como nadie te solicitaba, pagabas tú en lugar de ser pagada».
35 Por eso, prostituta, escucha la palabra del Señor.
36 Esto dice el Señor Dios: «Porque has descubierto tu bronce y descubierto en público tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes, ídolos abominables, y por la sangre de tus hijos, que les ofreciste,
37 por eso voy a reunir a todos tus amantes a quienes complaciste, a todos los que amabas y a los que aborrecías. Los reuniré frente a ti de todas partes, descubriré tu desnudez delante de ellos para que te miren.
38 Te aplicaré la sentencia de las adúlteras y de los homicidas, te entregaré a la sangre, al furor y a la rabia.
39 Te entregaré en sus manos, derribarán tus alcobas y demolerán tus santuarios, te despojarán de tus vestidos, te arrancarán tus espléndidas joyas y te dejarán desnuda y llena de ignominia.
40 Traerán contra ti una multitud, te lapidarán y te traspasarán con sus espadas.
41 Prenderán fuego a tus casas y ejecutarán la sentencia contra ti en presencia de muchas mujeres. Acabaré con tu prostitución y no volverás a pagar a tus amantes.
42 Cuando haya aplacado mi ira contra ti y apartado de ti mi cólera, me apaciguaré y no volveré a encolerizarme.
43 Por haber olvidado los días de tu juventud, por haberme provocado con todas estas cosas, yo te haré responsable de tu conducta —oráculo del Señor Dios—. ¿Acaso no habías añadido la infamia a todas tus acciones detestables?
44 Los que inventan refranes te aplicarán este: “De tal madre, tal hija”.
45 Eres hija de tu madre, que detestaba a su marido y a sus hijos; hermana de tus hermanas, que detestaban a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre fue una hitita, vuestro padre un amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaría con sus ciudades, situada a tu izquierda; tu hermana menor es Sodoma con sus ciudades, situada a tu derecha.
47 No solamente has seguido su ejemplo y has y cometido las mismas acciones detestables —hubiera sido demasiado poco—, sino que toda tu conducta fue más depravada que la de ellas.
48 Por mi vida —oráculo del Señor Dios— que tu hermana Sodoma y sus ciudades no han actuado como tú y las tuyas.
49 Esta fue la culpa de Sodoma y sus ciudades: soberbia, saciedad y despreocupada indolencia, sin socorrer ni al indigente ni al pobre.
50 Se ensoberbecieron y cometieron acciones detestables en mi presencia. Por eso las hice desaparecer, como has visto.
51 Samaría, por su parte, no cometió ni la mitad de tus pecados. Tú has multiplicado tus acciones detestables más que ellas, y, con todas las acciones detestables cometidas, haces que tus hermanas parezcan inocentes.
52 Carga, pues, con la ignominia de haberte interpuesto en favor de tus hermanas con tus pecados, que te hicieron más abominable que ellas. Ellas son inocentes a tu lado. Avergüénzate y carga con tu ignominia. Frente a ti, tus hermanas son honestas.
53 Pero yo cambiaré su destino, el destino de Sodoma y sus ciudades, el destino de Samaría y sus ciudades, y tu propio destino junto al de ellas,
54 para que cargues con tu ignominia y te avergüences de todo lo que has hecho y les sirvas de consuelo.
55 Tus hermanas Sodoma y sus ciudades, Samaría y sus ciudades volverán a la situación anterior; también tú y tus ciudades volveréis a la situación anterior, pero no en virtud de la alianza.
56 ¿No era Sodoma, tu hermana, objeto de malignos comentarios en el tiempo de tu soberbia,
57 antes de que tu maldad fuera puesta al descubierto? Ahora eres tú misma objeto de burla de las ciudades edomitas y de todos sus vecinos, y de las ciudades filisteas que te insultan por todas partes.
58 Ahora cargas con el peso de tu infamia y de tus acciones detestables —oráculo del Señor—».
59 Porque esto dice el Señor Dios: «Actuaré contigo conforme a tus acciones, pues menospreciaste el juramento y quebrantaste la alianza.
60 Con todo, yo me acordaré de mi alianza contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna.
61 Te acordarás de tu conducta y te avergonzarás al acoger a tus hermanas mayores y a las menores, pues yo te las daré como hijas, pero no en virtud de tu alianza.
62 Yo estableceré mi alianza contigo y reconocerás que yo soy el Señor,
63 para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas nunca más a abrir la boca por tu oprobio, cuando yo te perdone todo lo que hiciste —oráculo del Señor Dios—».

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Ezequiel, sacerdote en Jerusalén, fue deportado a Babilonia con el primer grupo de exiliados (597 a.C.). El libro de su nombre tiene una redacción uniforme que privilegia la primera persona del profeta, con pocas excepciones (Eze 1:3; Eze 24:24), y una clara estructura dramática. Presenta también algunos rasgos propios de la literatura apocalíptica: la técnica del ocultamiento (el libro cerrado -«comido» por el profeta- y la mudez), la presentación de la historia en períodos claramente definidos (caps. Eze 16:1-63; Eze 20:1-49; Eze 23:1-49) y la minuciosa datación de algunos oráculos. El mensaje del libro abarca problemas e inquietudes variadas, pero está conducido por una preocupación central: infundir esperanza en una comunidad nacional y religiosa que se ha visto sometida a una grave crisis, ética, religiosa y política. La conversión será una condición necesaria para un nuevo futuro del pueblo.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Ezequiel  16,1-63*16 Con lenguaje muy crudo cuenta Ezequiel la historia de Israel, sintetizada en Jerusalén: su nacimiento, su crecimiento y belleza, su infidelidad y caída. La imagen de la prostitución expresa la infidelidad del pueblo por el culto a los ídolos, pero también por las relaciones con otras naciones, que hacían perder a Israel su identidad de pueblo elegido por el Señor. Jerusalén se ha vuelto una ciudad infiel como Samaría y Sodoma.