Ezequiel  29 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos | Ezequiel  29 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 21 versitos
1

Contra Egipto
Is 19; Job 40,25-31

El año décimo, el doce del décimo mes, me dirigió la palabra el Señor:
1
Contra Egipto.
El año décimo, el día doce del décimo mes, la palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos:
2 – Hijo de hombre, ponte de cara al faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto,2 «Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto.
3 habla así:
Esto dice el Señor:
Aquí estoy contra ti,
faraón, rey de Egipto,
colosal cocodrilo acostado
en el cauce del Nilo,
que dices: Mío es el Nilo,
y yo me lo he hecho.
3 Habla y di: Así dice el Señor Yahvé:
Aquí estoy contra ti, faraón,
rey de Egipto,
gran cocodrilo, recostado
en medio de sus Nilos,
tú que has dicho: “Mi Nilo es mío,
yo mismo lo he hecho.”
4 Te pondré argollas en las fauces,
prenderé en tus escamas
los peces de tu Nilo;
te sacaré del cauce de tu Nilo
con todos los peces de tu Nilo
prendidos en tus escamas.
4 Voy a ponerte garfios en las quijadas,
pegaré a tus escamas
los peces de tus Nilos,
te sacaré fuera de tus Nilos,
con todos los peces de tus Nilos,
pegados a tus escamas.
5 Te arrojaré al desierto,
a ti y a los peces de tu Nilo;
quedarás tendido en pleno campo,
sin que nadie te recoja y te entierre.
Te echaré de comida
a las fieras de la tierra
y a las aves del cielo;
5 Te arrojaré al desierto,
a ti y a todos los peces de tus Nilos.
En la haz del campo caerás,
no serás recogido ni enterrado.
A las bestias de la tierra
y a las aves del cielo
te entregaré como pasto,
6 así sabrán los habitantes de Egipto
que yo soy el Señor.
Porque has sido bastón de caña
para la casa de Israel:
6 y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy Yahvé.
Porque has sido un apoyo de caña
para la casa de Israel;
7 cuando su mano te empuñaba,
te partiste y les heriste la mano;
cuando se apoyaban en ti,
te quebraste y los hiciste tambalearse.
7 cuando ellos te agarraban,
te rompías en sus manos
y desgarrabas toda su palma;
cuando se apoyaban en ti,
te hacías pedazos
y hacías vacilar todos los riñones.
8 Por eso, así dice el Señor:
Traigo la espada contra ti,
exterminaré en ti hombres y animales.
8 «Por eso, así dice el Señor Yahvé: He aquí que yo traigo contra ti la espada, para extirpar de ti hombres y bestias.
9 La tierra de Egipto
será desolación y ruina;
sabrán entonces que yo soy el Señor.
Por haber dicho: Mío es el Nilo,
yo soy quien lo ha hecho;
9 El país de Egipto se convertirá en desolación y ruina, y se sabrá que yo soy Yahvé. Por haber dicho: “El Nilo es mío, yo mismo lo he hecho”,
10 por eso, aquí estoy contra ti
y contra tu Nilo;
convertiré Egipto en ruina,
en desierto desolado,
de Migdal a Asuán
y hasta la raya de Etiopía.
10 por eso, aquí estoy yo contra ti y contra tus Nilos. Convertiré el país de Egipto en ruinas, devastación y desolación, desde Migdol hasta Sevené y hasta la frontera de Etiopía.
11 No la transitará pie humano,
no la recorrerá pezuña de animal;
nadie la poblará en cuarenta años.
11 No pasará por él pie de hombre, pie de animal no pasará por él. Quedará deshabitado durante cuarenta años.
12 Haré a Egipto la más desolada
de todas las tierras:
sus ciudades quedarán más arrasadas
que todas las ciudades en ruinas,
por cuarenta años.
Dispersaré a Egipto
entre las naciones,
lo esparciré por los países.
12 Yo haré del país de Egipto una desolación en medio de países desolados; sus ciudades serán una desolación entre ciudades en ruinas, durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por los países.
13 Porque esto dice el Señor:
Al cabo de cuarenta años
recogeré a Egipto
de entre los pueblos
por los que ande disperso.
13 Porque así dice el Señor Yahvé: Al cabo de cuarenta años, reuniré a los habitantes de Egipto de entre los pueblos en los que habían sido dispersados.
14 Cambiaré la suerte de Egipto,
haciéndolos regresar
a la tierra de Patrós,
a su cuna, donde formarán
un reino miserable,
14 Recogeré a los cautivos egipcios y los haré volver al país de Patrós, su país de origen. Allí formarán un reino modesto.
15 el más miserable de todos los reinos,
y no volverán a alardear
frente a las naciones:
los haré pequeños
para que no sometan a las naciones.
15 Egipto será el más modesto de los reinos y no se alzará más sobre las naciones; le haré pequeño para que no vuelva a imponerse a las naciones.
16 Ya no serán la confianza
de la casa de Israel,
sino que le denunciarán
el delito de haberlos seguido;
sabrán entonces que yo soy el Señor.
16 No volverá a ser para la casa de Israel apoyo de su confianza, que provoque el delito de irse en pos de él. Y se sabrá que yo soy el Señor Yahvé.»
17

Nabucodonosor conquistará Egipto
Jr 43,8-13

El año veintisiete, el uno del primer mes, me dirigió la palabra el Señor:
17 El año veintisiete, el día uno del primer mes, la palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos:
18 – Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, lanzó a su ejército en dura campaña contra Tiro; toda cabeza quedó calva, toda espalda llena de llagas; pero ni él ni su ejército sacaron nada de la campaña contra Tiro.18 «Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha emprendido con su ejército grandes movimientos contra Tiro. Todas las cabezas han quedado peladas y todas las espaldas llagadas, pero no ha obtenido de Tiro, ni para sí ni para su ejército, ningún provecho de la empresa acometida contra ella.
19 Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia: se llevará sus tesoros, lo despojará y lo saqueará, servirá de paga a su ejército.19 Por eso, así dice el Señor Yahvé: He decidido entregar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el país de Egipto. Él saqueará sus riquezas, se apoderará de sus despojos y se llevará su botín, que será la paga de su ejército.
20 Como paga por su hazaña, pues por mí la hicieron, le entregaré Egipto – oráculo del Señor– .20 En compensación de su esfuerzo contra Tiro, yo le entrego el país de Egipto, porque han trabajado para mí, oráculo del Señor Yahvé.
21 Ese día haré germinar el vigor de la casa de Israel, y a ti te daré palabra intrépida en medio de ellos, y sabrán que yo soy el Señor.21 «Aquel día yo haré brotar un cuerno a la casa de Israel, y a ti te permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy Yahvé.»

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Introducción a Ezequiel 

EZEQUIEL

Su vida. No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro.
Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1-24); oráculos contra las naciones (25-32); después de la caída de Jerusalén (33-48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.

Mensaje religioso. La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» (38s), donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal (18) que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas