Mateo 14 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 36 versitos |
1 Por aquella ocasión oyó Herodes el tetrarca lo que se decía de Jesús,
2 y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso las potencias actúan en él.
3 Y fue así que por entonces Herodes, habiendo prendido a Juan, le había encadenado y echado en la prisión con motivo de Herodías, la mujer de Filípo, su hermano. *
4 Porque decíale Juan: No te es lícito tenerla.
5 Y aunque quería matarle, tuvo miedo de la turba, pues le tenían como profeta.
6 Y recurriendo el natalicio de Herodes, danzó la hija de Herodías a la vista de todos, y agradó a Herodes; *
7 tanto, que con juramento le protestó que le daría cuanto le pidiera.
8 Ella, aleccionada por su madre: Dame, dice, aquí, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
9 Y, aunque entristecido, el rey, a causa de los juramentos y en atención a los comensales, ordenó que se le diera;
10 y despachó a uno que decapitase a Juan en la prisión. *
11 Y fue traída su cabeza sobre la bandeja, y fue entregada a la muchacha, y ella la llevó a su madre.
12 Y acudiendo sus discípulos, se llevaron su cadáver y lo sepultaron, y viniendo a Jesús se lo notificaron.
13 En oyéndolo Jesús, se retiró de allí en una barca a un lugar desierto a solas. Y habiéndose enterado las turbas, le siguieron a pie desde las ciudades. *
14 Y al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se le enterneció con ellos el corazón, y curó sus enfermos.
15 Venido el atardecer, llegáronse a él los discípulos, diciendo: El lugar es solitario y la hora ya pasada; despide, pues, las turbas para que, yendo a las aldeas, se compren algo de comer. *
16 Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad de marcharse; dadles vosotros de comer.
17 Ellos le dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18 El dijo: Traédmelos acá.
19 Y después de ordenar que las turbas se recostasen sobre la hierba, habiendo tomado los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, recitó la bendición, y partiendo los panes, los dio a los discípulos, y los discípulos a las turbas. *
20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo sobrante de los pedazos, doce canastos llenos.
21 Y los que habían comido eran como cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
22 E inmediatamente obligó a los discípulos a subirse a la barca y adelantársele con rumbo a la ribera opuesta, en tanto que él despidiera las turbas.
23 Y habiendo despedido las turbas, subió al monte a solas para orar. Y entrada la noche, estaba solo allí.
24 La barca estaba ya en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino El hacia ellos caminando sobre el mar. *
26 Los discípulos, como le vieron caminando sobre el mar, se azoraron, y decían: Es un fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar.*
27 Mas al punto les habló Jesús, diciendo: Tened buen ánimo; yo soy, no tengáis miedo.
28 Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas.
29 El le dijo: Ven. Y bajando de la barca, comenzó Pedro a caminar sobre las aguas para ir hacia Jesús.
30 Mas viendo el viento recio, le entró miedo; y comenzando a zambullirse, se puso a gritar, diciendo: Señor, sálvame.
31 Y al punto Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dice: Poca fe, ¿por qué titubeaste?
32 Y en subiendo ellos a la barca, amainó el viento.
33 Y los que se hallaban en la barca se postraron delante de él, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. *
34 y habiendo hecho la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. *
35 Y habiéndole reconocido los hombres de aquel lugar, mandaron aviso a toda aquella comarca, y le trajeron a todos los que se hallaban mal,
36 y le rogaban les permitiese tocar siquiera la franja de su manto; y cuantos tocaron, cobraron entera salud.

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 14,3

LA PRISIÓN: era la fortaleza de Maqueronte, situada al E. del mar Muerto.


Mateo 14,6

LA HIJA DE HERODÍAS: Salomé, casada con su tío Filipo, el tetrarca de Iturea.


Mateo 14,10

«El premio de una bailarina es el asesinato de un profeta», escribió San Ambrosio.


Mateo 14,13

A UN LUGAR DESIERTO: cerca de Betsaida Julias, al NE. del lago.


Mateo 14,15

VENIDO EL ATARDECER: parece que aquel día era jueves.

|| DESPIDE…LAS TURBAS: lo que menos se ocurrió a los discípulos fue la idea de un milagro. Eran más refractarios a admitir los milagros reales que propensos a fingir milagros imaginarios: dato importante para valorar la verdad histórica de los milagros evangélicos.


Mateo 14,19

SOBRE LA HIERBA verde: era la primavera.

|| PARTIENDO LOS PANES…: los panes y los peces multiplicados en las manos de Jesús, se multiplicaron también en las de los discípulos.


Mateo 14,22

OBLIGÓ A LOS DISCÍPULOS: esta orden inesperada tiene su explicación en los intempestivos entusiasmos de la turba, sobreexcitada por el milagro.


Mateo 14,25

A LA CUARTA VIGILIA: las vigilias nocturnas eran entonces cuatro: el atardecer (o primera noche), la media noche, el canto del gallo y la alborada.


Mateo 14,26

ES UN FANTASMA: los apóstoles eran más propensos a tomar por fantasmas las realidades que por realidades los fantasmas: más duros para creer que visionarios.


Mateo 14,33

HIJO DE DIOS: la impresión del triple milagro arrancó a los discípulos esta magnífica profesión de fe.


Mateo 14,34

LLEGARON A TIERRA EN GENESARET: combinando los datos de los evangelistas resulta: que los discípulos se dirigían a la vez a Betsaida (Mar_6:45) y a Cafarnaúm (Jua_6:17); que llegaron a donde iban (Jua_6:21); que de hecho llegaron a la llanura de Genesaret (Mat_14:34; Mar_6:53). Consecuencias: que, además de Betsaida Julias, existía otra Betsaida occidental: que Betsaida no distaba mucho de Cafarnaúm; que Cafarnaúm y Betsaida se hallaban en la llanura de Genesaret. Khan Minyeh, mejor que Tell Hum, verifica estas condiciones.