Mateo 24 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 51 versitos |
1 Y saliendo Jesús del templo, se iba; y se le acercaron sus discípulos para mostrarle las construcciones del templo.*
2 El, respondiendo, les dijo: ¿No veis todo eso? En verdad os digo, no quedará ahí piedra sobre piedra que no sea demolida.
3 Estando él sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en particular, diciendo: Dinos: ¿cuándo será esto?, ¿y cuál la señal de tu advenimiento y del fin del mundo? *
4 Y respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os extravíe, diciendo: «Yo soy el Mesías». *
5 Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Mesías», y a muchos extraviarán.
6 Habréis de oír guerras y noticias de batallas; mirad no os alarméis, porque así tiene que suceder; mas no es todavía el fin.
7 Porque se levantará raza contra raza y reino contra reino, y habrá hambres y pestilencias y terremotos por diferentes lugares;
8 mas todo esto es el preludio de los grandes dolores.
9 Entonces os entregarán a malos tratamientos y os matarán, y seréis odiados de todas las gentes por causa de mi nombre.
10 Y entonces se escandalizarán muchos, y unos a otros se entregarán, y se aborrecerán unos a otros.
11 Y surgirán muchos falsos profetas y extraviarán a muchos.
12 Y por haberse multiplicado la iniquidad, se resfriará la caridad de las multitudes.
13 Mas el que fuere constante hasta el fin, éste se salvará.
14 Y será predicado este Evangelio del reino en todo el orbe, para que sirva de testimonio a todas las gentes. Y entonces vendrá el fin.
15 Cuando viereis, pues, la abominación del asolamiento, anunciada por el profeta Daniel (9:27; 11:31; 12:11), estar en el lugar santo—el que lee, entienda—, *
16 entonces los que estén en la Judea huyan a los montes;
17 y los que estén en la azotea, no bajen para tomar algo de su casa,
18 y el que esté en el campo, no torne atrás para tomar su manto.
19 ¡Ay de las mujeres que estén encinta y de las que críen en aquellos días!
20 Rogad que vuestra fuga no sea en invierno ni en sábado,
21 porque habrá entonces tribulación grande, cual no la hubo desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá.
22 Y si no se acortaran aquellos días, no se salvará hombre viviente; mas en atención a los elegidos serán acortados aquellos días.
23 Entonces, si alguno dijere: «Mirad, aquí está el Mesías», o «allí», no lo creáis,
24 porque se levantarán falsos mesias y falsos profetas y exhibirán grandes señales y portentos, hasta el punto de ser seducidos, si posible fuera, aun los elegidos.
25 Mirad que os lo tengo predicho.
26 Si os dijeren, pues: «Mirad, está en el desierto», no salgáis; «Mirad, está en las recámaras», no lo creáis.
27 Pues como el relámpago parte del oriente y brilla hasta el occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre.
28 Dondequiera esté el cadáver, allá se juntarán las águilas; *
29 Luego, después de la tribulación de aquellos días, el sol se entenebrecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos se tambalearán. *
30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y se herirán entonces los pechos todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con grande poderío y majestad. *
31 Y enviará sus ángeles con sonora trompeta, y congregarán sus elegidos de los cuatro vientos desde un extremo del cielo hasta el otro extremo.
32 De la higuera aprended la parábola. Cuando ya sus ramas se ponen tiernas y las hojas brotan, conocéis que está cerca el verano:*
33 así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
34 En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todas estas cosas se hayan realizado.
35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36 Lo que toca a aquel día y hora, nadie lo sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino el Padre solo. *
37 Porque como los días de Noé, así será el advenimiento del Hijo del hombre.
38 Porque como en los días que precedieron al diluvio seguían comiendo y bebiendo, casándose ellos y casando a ellas, hasta el día en que entró Noé en el arca,
39 y no se dieron cuenta hasta que sobrevino el diluvio y lléveselos a todos, así será también el advenimiento del Hijo del hombre.
40 Entonces serán dos en el campo: uno es tomado y uno abandonado;
41 dos que molerán con la muela: una es tomada y una abandonada.
42 Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor.
43 Esto sabed, que si el amo de la casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón, velaría y no dejaría abrir un boquete en su casa.
44 Por esto también vosotros estad prestos, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso el señor al frente de su servidumbre para que les diese el mantenimiento a su tiempo?
46 Dichoso el siervo aquel a quien su señor, a su vuelta, hallare obrando así;
47 en verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
48 Mas si dijere aquel mal siervo en su corazón: «Se tarda mi señor»,
49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y comiere y bebiere con los borrachos,
50 vendrá el señor de aquel siervo en el día que no aguarda y a la hora que no conoce,
51 y le partirá por la mitad y le deparará la misma suerte de los hipócritas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 24,1

LAS CONSTRUCCIONES: la construcción del templo, comenzada por los años 20-19 antes de Cristo, no se terminó hasta los años 62-64 de nuestra era.


Mateo 24,3

SENTADO EN EL MONTE DE LOS OLIVOS, ve Jesús erguirse frente a sí la grandiosa mole del templo, iluminado con los rojizos rayos del sol poniente.
La pregunta de los discípulos se refiere a dos hechos: a la destrucción del templo y al FIN DEL MUNDO; pero lo que directamente preguntan es el CUÁNDO y la SEÑAL precursora de estos dos hechos. De ahí que el Señor, respondiendo (aunque por orden inverso) a lo que directamente preguntan, divida su declaración en dos partes:
la primera, relativa a las señales ;
la segunda, relativa al tiempo .
La distinción de los dos hechos se introduce como subdivisión. El siguiente esquema podrá ayudar a la inteligencia de la Apocalipsis sinóptica.
I. Señales de los hechos: 1. De la ruina del templo (Mat_24:4-22); 2. De la parusía (Mat_24:23-31).
II. Tiempo de los dos hechos: 1. De la ruina del templo (Mat_24:32-35); 2. De la parusía (Mat_24:36-41).


Mateo 24,4-14

En esta sección pueden distinguirse seis puntos:
1) seducción de los falsos mesías;
2) calamidades públicas;
3) persecución de los discípulos;
4) seducción de los falsos profetas;
5) predicación universal del Evangelio;
6) el fin.

Todos estos puntos parece deben interpretarse como señales precursoras de la ruina del templo. Si los dos últimos se quieren referir a la parusía final, entonces habría de interpretarse esta sección introductora como una previa visión de conjunto.


Mateo 24,15

LA ABOMINACIÓN DEL ASOLAMIENTO: había de ser la abominable profanación del templo, seguida de su total destrucción.


Mateo 24,28

Este proverbio es una comparación tácita, en que los términos comparados no son el cadáver y Cristo, sino la rapidez con que los buitres se precipitan sobre los cadáveres y la velocidad fulmínea con que los hombres volarán o se sentirán arrastrados hacía Cristo.


Mateo 24,29

LUEGO: no tiene en el lenguaje apocalíptico el sentido ordinario del lenguaje vulgar.

|| Las señales cósmicas anunciadas son cuatro: tinieblas en el SOL, oscuridad en la LUNA, caída de las ESTRELLAS (Cometas o meteoros), desquiciamiento de las FUERZAS O ejércitos DE LOS CIELOS, es decir, del mundo sideral.


Mateo 24,30-31

Con cinco rasgos se describe la parusía:
1) la aparición de la SEÑAL DEL HIJO DEL HOMBRE EN EL CIELO, no otra que «la señal de la santa cruz»;
2) la ansiedad que sobrecogerá a todos los hombres;
3) la visión del Hijo del hombre, que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos;
4) el sonido de la trompeta, con que despertarán los que dormían el sueño de la muerte;
5) la reunión de todos los hombres ante el tribunal del Juez supremo.

Los dos últimos se, desarrollarán paralelamente a los primeros.


Mateo 24,32-35

Después de responder a la pregunta de los discípulos sobre las señales de los dos hechos anunciados, responde ahora sobre el tiempo . Las dos partes de la respuesta sobre las señales se corresponden paralelamente; las dos sobre el tiempo son diametralmente opuestas. En esta sección (Mat_24:32-35) afirma el Maestro que el tiempo de la ruina del templo podrá preverse y que no pasará esta generación sin que se cumpla; en la siguiente (Mat_24:36-41), en cambio asegura que el tiempo de la parusía no sólo será repentino, sino que nadie absolutamente, sino Dios, lo conoce.


Mateo 24,36

NADIE LO SABE…, NI EL HIJO: Cristo, aun como hombre, conocía el día y la hora de su advenimiento; pero la conocía como juez, esto es, con secreto de oficio; y considerado como maestro, no sólo no había recibido la misión de revelarlo, sino más bien el encargo de mantenerlo oculto. Podía, pues, y debía decir que ignoraba aquel día.