Mateo 27 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 66 versitos |
1 Llegado el amanecer, tomaron consejo todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo contra Jesús al efecto de darle muerte; *
2 y habiéndole atado, le llevaron y entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. *
3 Entonces Judas, el que le entregó, viendo que Jesús había sido sentenciado a muerte, arrepentido, devolvió a los sumos sacerdotes y a los ancianos los treinta siclos,
4 diciendo: Pequé entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿A nosotros qué? Allá tú.
5 Y arrojando en el santuario los siclos, se retiró, y, marchándose de allí, se ahorcó.
6 Los sumos sacerdotes, tomando los siclos, dijeron: No es lícito echarlos en el arca de las ofrendas, pues es precio de sangre.
7 Y habido consejo, compraron con ellos el campo del alfarero para sepultura de los forasteros.
8 por lo cual aquel campo fue llamado hasta el día de hoy Campo de Sangre.
9 Entonces se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías, que dice: «Y tomaron los treinta siclos, tasa del que fue puesto a precio, del que pusieron a precio los hijos de Israel. *
10 Y los destinaron para el campo del alfarero, según que me ordenó el Señor» (Jer 32:6-9; Zac 11:13).
11 Y Jesús compareció delante del gobernador, y le interrogó el gobernador diciendo: ¿Tú eres el Rey de los judíos? Jesús le dijo: Tú lo dices. *
12 Y en el acto de ser acusado por los sumos sacerdotes y ancianos, nada respondió.
13 Entonces dícele Pilato: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
14 Y no le respondió ni una sola palabra, hasta el punto de maravillarse el gobernador en extremo.
15 Cada año, por la fiesta, acostumbraba el gobernador soltar, en gracia del pueblo, un preso, el que querían.
16 Tenían entonces un preso notable, llamado Barrabás.
17 Reunidos, pues, ellos, díjoles Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?
18 Porque sabía que le habían entregado por envidia.
19 Mientras estaba él sentado en el tribunal, le mandó un recado su mujer, diciendo: No te metas con ese justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños con motivo de él. *
20 Los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a las turbas que demandasen a Barrabás y que a Jesús le hiciesen perecer.
21 Tomando la palabra el gobernador, les dijo: ¿A quién de los dos queréis que os suelte? Ellos dijeron: A Barrabás.
22 Diceles Pilato: ¿Qué haré, pues, de Jesús, el llamado Mesías? Dicen todos: Que sea crucificado.
23 El dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos más y más gritaban, diciendo: Que sea crucificado.
24 Viendo Pilato que nada aprovechaba, antes bien se promovía alboroto, tomando agua, se lavó las manos en presencia de la muchedumbre, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo; vosotros lo veréis. *
25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
26 Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús, después de azotarle, lo entregó para que fuera crucificado. *
27 Entonces los soldados del gobernador, tomando a Jesús y conduciéndole al pretorio, reunieron en torno de él toda la cohorte. *
28 Y habiéndole quitado sus vestidos, le envolvieron en una clámide de grana, *
29 y trenzando una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha; y doblando la rodilla delante de él, le mofaban, diciendo: Salud, Rey de los judíos. *
30 Y escupiendo en él, tomaron la caña y le daban golpes en la cabeza.
31 Y cuando le hubieron mofado, le despojaron de la clámide y le vistieron sus propios vestidos, y le llevaron de allí a crucificar.
32 Y cuando salían encontraron un hombre de Cirene, por nombre Simón; a éste le requirieron para que llevase a cuestas su cruz.
33 Y llegados a un lugar llamado Gólgota, que es decir Lugar del Cráneo, *
34 le dieron a beber vino mezclado con hiél; y habiéndolo gustado, no quiso beberle. *
35 y una vez le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestiduras, echando suertes. *
36 Y, sentados, le guardaban allí.
37 Y por encima de su cabeza pusieron escrita su causa: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. *
38 Entonces son crucificados con él dos ladrones, uno a la derecha y uno a la izquierda.
39 Y los que por allí pasaban le ultrajaban moviendo sus cabezas *
40 y diciendo: Tú, el que destruye el santuario y en tres días le reedifica, sálvate a ti mismo, si es que eres Hijo de Dios, y baja de la cruz.
41 De semejante manera también los sumos sacerdotes, a una con los escribas y ancianos, en son de burla decían:
42 A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse; Rey es de Israel: baje ahora de la cruz, y nos comprometemos a creer en él.
43 Ha puesto en Dios su confianza: líbrele ahora, si de verdad le quiere, como que dijo: «De Dios soy hijo».
44 Otro tanto también los ladrones que con él habían sido crucificados le ultrajaban. *
45 Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona. *
46 Y hacia la hora nona clamó Jesús con gran voz, diciendo: «Eli, Eli, lema sabakhtlwní, esto es, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me desamparaste?» (Sal 21:2).*
47 Algunos de los que allí estaban, al oírlo decían: «A Elías llama éste».
48 Y al punto, corriendo uno de ellos y tomando una esponja y empapándola en vinagre e introduciendo en ella una caña, le daba de beber. *
49 Mas los demás decían: Deja, veamos si viene Elías a salvarle.
50 Mas Jesús, habiendo clamado con gran voz, exhaló el espíritu. *
51 Y he aquí que el velo del santuario se rasgó en dos de arriba abajo, y la tierra tembló, y las peñas se hendieron,*
52 y los monumentos se abrieron, y muchos cuerpos de los santos que descansaban resucitaron, *
53 y saliendo de los monumentos después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.
54 El centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, viendo el temblor y las cosas que pasaban, se amedrentaron terriblemente, y decían: Verdaderamente Hijo de Dios era éste.
55 Estaban allí unas mujeres mirando desde lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea sirviéndole;
56 entre las cuales estaba María la Magdalena y María la madre de los hijos de Zebedeo.
57 Llegado el atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, por nombre José, que también él había sido discípulo de Jesús;*
58 éste, presentándose a Pilato, demandó el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden que se le entregase. *
59 y tomando el cuerpo José, lo envolvió en una sábana limpia,*
60 y lo depositó en su propio sepulcro, nuevo, que había excavado en la peña, y habiendo hecho rodar una gran losa hasta la entrada del monumento, se retiró.
61 Estaban allí María la Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro. *
62 Al día siguiente, que es después de la Parasceve, reunidos los sumos sacerdotes y los fariseos, se presentaron a Pilato,
63 diciendo: Señor, hemos recordado que aquel embaucador, viviendo aún, dijo: «Después de tres días resucito».
64 Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el día tercero, no suceda que viniendo sus discípulos lo hurten y digan al pueblo: «Resucitó de entre los muertos», y será el último engaño peor que el primero.
65 Díjoles Pilato: Ahí tenéis guardia; id y aseguradlo como sabéis.
66 Ellos fueron y aseguraron bien el sepulcro, tras de sellar la losa, poniendo guardia. *

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 27,1

Esta segunda sesión se tuvo ya de día, para que no fuera ilegal.


Mateo 27,2

PONCIO PILATO, GOBERNADOR de la Judea desde el año 26, residía entonces en la llamada Torre Antonia, construida en el ángulo NO. de la explanada del templo.


Mateo 27,9-10

En esta cita profética, atribuida a Jeremías, se funden en uno dos textos: uno de Jeremías (Jer_32:6-9) y otro de Zacarías (Zac_11:12-13). La atribución a Jeremías está justificada, por corresponderle a él los principales rasgos de la cita y por ser él uno de los profetas más queridos de Israel.


Mateo 27,11-14

Esta primera presentación ante Pilato contiene dos actos, condensados en las dos preguntas del juez.
A la primera, hecha en secreto, dentro del pretorio, contestó Jesús con la afirmación;
a la segunda, hecha en público, con el silencio.
Con esto el proceso propiamente dicho, en San Mateo, ha terminado; lo que sigue, hasta la sentencia, es un pugilato entre el juez, que desea librar a Jesús, y el pueblo, que reclama su crucifixión.


Mateo 27,19

Su MUJER: según tradiciones posteriores, se llamaba Procla o Prócula y estaba afiliada al judaísmo. Los griegos la veneran como santa.

|| EN SUEÑOS: no se descubre en ellos ningún indicio de espíritu diabólico, antes varias señales de buen espíritu.


Mateo 27,24-25

Antes de pronunciarse la sentencia se presenta el problema de la responsabilidad: el juez, hipócritamente, trata de esquivarla; el pueblo, inhumanamente, la asume por entero. La sangre del Justo, Pilato no la quiere ver en sus manos; los judíos piden que caiga sobre sus cabezas.


Mateo 27,26

Se pronuncia la sentencia y se procede a su ejecución.
— Con una sola palabra menciona el evangelista el horrible suplicio de la flagelación. Bastaba esta palabra para los contemporáneos, que conocían la ignominia y la crueldad de este tormento.


Mateo 27,27

Los SOLDADOS: ellos fueron los autores de este suplicio, aunque no sin connivencia del juez.

|| AL PRETORIO: «dentro del atrio» del pretorio (Mar_15:16).


Mateo 27,28

La CLÁMIDE militar era una pieza cuadrada de tela que se prendía al hombro derecho. Su color era DE GRANA: rojo más claro que el de la púrpura.


Mateo 27,29

La CORONA era, probablemente, no un simple aro, sino un capacete.

|| Las ESPINAS parece fueron de azufaifo.


Mateo 27,33

El GÓLGOTA O CALVARIO parece era así llamado por ser una prominencia rocosa que recordaba el CRÁNEO.


Mateo 27,34

El VINO MEZCLADO CON HIEL o «vino mirrado» (Mar_15:23) (o aromatizado) solía darse a los sentenciados a muerte como narcótico.


Mateo 27,35

La forma de la cruz fue la llamada cruz latina («immissa»), que constaba de un poste vertical y un travesaño horizontal en la parte superior del poste. Solía también añadirse hacia la mitad del poste un saliente o palo fijado, sobre el cual se apoyaba el cuerpo.


Mateo 27,37

El título de la cruz conservado por San Mateo, si no es la fórmula misma de la inscripción, expresa los dos elementos esenciales de su contenido: el nombre del reo y la CAUSA de su condenación a muerte.


Mateo 27,39-44

Tres géneros de personas ultrajaron la agonía de Jesús: los que pasaban junto a la cruz, los sanhedritas y los ladrones. Las palabras de los sanhedritas, reproducción de las que en los Salmos (Sal_21:9) y en la Sabiduría (Sab_2:13-18) dirigen los impíos contra el Justo, son el cumplimiento de una profecía mesiánica.


Mateo 27,44

Los LADRONES parece plural de categoría . No es verosímil que el buen ladrón, poco antes de confesar la inocencia y realeza de Jesús, le insultase.


Mateo 27,45

Las TINIEBLAS fueron probablemente un siroco de extraordinaria oscuridad o simplemente una acumulación de nubes espesísimas, que entenebrecieron el horizonte.

|| La expresión TODA LA TIERRA parece debe entenderse en sentido restringido.


Mateo 27,46

Las palabras de Jesús, tomadas del Sal_21:1-13, son a la vez expresión de sus sentimientos y cumplimiento de una profecía mesiánica. Quien habla no es precisamente la humanidad, que se dirija al Verbo, sino la persona del Mesías, el Hijo de Dios, que, en cuanto hombre, se dirige al Padre celestial para manifestarle la desolación y el desamparo de su corazón. Es probable que Jesús continuase recitando en voz baja todo el Sal_21:1-13, que tan maravillosamente se adapta a esta situación.


Mateo 27,48

El motivo de ofrecer al Señor la esponja empapada en vinagre fue la palabra «Tengo sed» (Jua_19:28), que Jesús acababa de proferir.


Mateo 27,50

Sin exclamaciones, sin lamentos, sin censuras, sin contemplaciones teológicas, consigna el evangelista la muerte del Redentor. Es el sello inconfundible de la verdad.


Mateo 27,51

EL VELO DEL SANTUARIO: había dos velos en el santuario: uno que separaba el vestíbulo del Lugar Santo, otro que separaba el Santo del Santísimo. La opinión más fundada es que el velo rasgado era el segundo, más importante y significativo.


Mateo 27,52

La apertura de los monumentos parece fue efecto del temblor de tierra acaecido inmediatamente después de la muerte del Señor. En cambio, la resurrección de los muertos hubo de seguir a la resurrección del que es «Primogénito de entre los muertos» (Col_1:18), y parece que fue, como la de Jesús, para una vida inmortal. Entre los MUCHOS que entonces resucitaron es verosímil se hallase San José.


Mateo 27,57

LLEGADO EL ATARDECER: pero antes de comenzar el sábado.


Mateo 27,58

La osadía que no tuvo José para declararse discípulo del gran taumaturgo (cf. Jua_19:38) la tuvo ahora para presentarse como partidario del Crucificado.


Mateo 27,59-60

Cuatro actos indica el evangelista: el descendimiento de la cruz, la mortaja, la sepultura, la colocación de la losa. El sepulcro distaba del lugar de la crucifixión unos cuarenta metros. La losa era parecida a una rueda de molino, que tendría como un metro de diámetro. Como la ranura en que se movía estaba en declive, con poco esfuerzo pudo arrimarse a la entrada del sepulcro haciéndola rodar.


Mateo 27,61

Las piadosas mujeres habían acompañado la fúnebre comitiva desde la cruz al sepulcro. Una vez llegadas, después de ayudar tal vez a los varones en lo que pudieron, se sentaron FRENTE AL SEPULCRO para contemplar la sepultura del adorado Maestro.


Mateo 27,66

En la ejecución se precisan las dos providencias que tomaron para asegurar el sepulcro: el sello de la losa y la guardia. Esas precauciones, destinadas a prevenir el hurto del cadáver, habían de servir para que su desaparición no pudiera atribuirse a fraude. Aquel sello había de sellar la verdad de la resurrección. Al testimonio de los discípulos no pudieron oponer los judíos la presentación del cadáver, que ellos mismos se habían encargado de custodiar.