Mateo 8 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 34 versitos |
1 Y habiendo él bajado de la montaña, le siguieron turbas numerosas. *
2 Y de pronto un leproso, llegándose, le adoraba, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Y extendiendo su mano, le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al punto fue curada su lepra.
4 Y le dice Jesús: Mira, no lo digas a nadie sino anda, muéstrate al sacerdote y ofrece el don que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. *
5 Y habiendo entrado en Cafarnaúm, se llegó a él un centurión, rogándole *
6 y diciendo: Señor, mi muchacho yace en casa paralítico, presa de atroces torturas.
7 Y le dice Jesús: Allá voy y le curaré.
8 Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techo; mas ordénalo con una sola palabra, y quedará sano mi muchacho. *
9 Que también yo soy un simple subordinado, que tengo soldados a mi mando y digo a éste: «Ve», y va; y a otro: «Ven» y viene; y a mi esclavo: «Haz esto», y lo hace.
10 Al oír esto, Jesús se maravilló, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie hallé tan grande fe en Israel. *
11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se recostarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
12 en cambio, los hijos del reino serán echados a las tinieblas de allá fuera: allí será el llanto y el rechinar de los dientes.
13 Y dijo Jesús al centurión: Anda; como creíste, hágase contigo. Y sanó el muchacho en aquella hora.
14 y venido Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama y calenturienta.
15 Y la tomó de la mano, y la dejó la calentura; y se levantó, y le servía.
16 Y llegado el atardecer, le presentaron muchos endemoniados, y lanzó los espíritus con su palabra, y a todos los que se hallaban mal los curó, *
17 para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Isaías, cuando dice (53:4): El tomó nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades.
18 Y viendo Jesús grandes muchedumbres en derredor suyo, mandó partir a la ribera opuesta.
19 Y llegándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que partas.
20 Y le dice Jesús: Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo, nidos, mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
22 Mas Jesús le dice: Sígueme, y deja a los muertos enterrar sus muertos.
23 Y habiendo él subido a la nave, le siguieron sus discípulos.
24 De pronto se produjo una gran agitación en el mar, de suerte que las olas cubrían la nave. El, en tanto, dormía.
25 Y llegándose los discípulos, le despertaron, diciendo: Señor, ¡socorro!, nos perdemos.
26 Y les dice: ¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, habló con imperio a los vientos y al mar, y se produjo grande bonanza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
28 Y llegado que hubo a la ribera opuesta, a la región de los gadarenos, se encontraron con él dos endemoniados, que salían de los sepulcros, bravios por demás, hasta el punto de no poder uno pasar por aquel camino. *
29 Y de pronto se pusieron a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Viniste acá antes de tiempo a atormentarnos?
30 Había lejos de ellos una piara de cerdos que pacía. *
31 y los demonios le rogaban, diciendo: Si nos echas, mándanos a la piara de los cerdos.
32 Y les dijo: Id. Y ellos en saliendo se fueron a los cerdos, y he aquí que la piara entera se lanzó despeñadero abajo al mar, y murieron en las aguas. *
33 y los pastores huyeron, y en llegando a la ciudad dieron aviso de todo y de lo ocurrido con los endemoniados.
34 y al punto la ciudad entera salió al encuentro de Jesús, y, como le vieron, le rogaron que se ausentase de sus confines.

Patrocinio

 
 

Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

Patrocinio

Notas

Mateo 8,1-9

Los dos capítulos siguientes, en que se interrumpe la serie cronológica de los hechos son una galería de milagros, entresacados de la primera mitad de la vida pública del Salvador. El plan del evangelista es magnífico. Presentado Jesús como Maestro en el sermón, se presentan ahora las credenciales divinas que acreditan su mesianidad.


Mateo 8,2

Los leprosos, alejados por la ley de toda sociedad humana, si tal vez se encontraban con alguno, para que no se les acercase clamaban: «Impuro, impuro». Este leproso pasó por encima de la ley.


Mateo 8,4

PARA QUE LES SIRVA DE TESTIMONIO: para que el reconocimiento oficial de tu curación, base indispensable de las ofrendas y sacrificios prescritos, sirva a todos de atestado auténtico de que estás curado de tu lepra.


Mateo 8,5

SE LLEGÓ a él: la presentación del centurión puede entenderse de dos maneras: o en sentido físico (él en persona) o en sentido moral (en la persona de los judíos y de los amigos, que, según San Lucas, mandó él a Jesús). Parece más probable la presentación moral. San Lucas, que tan minuciosamente precisa la doble delegación de los judíos y de los amigos, no hubiera callado la presentación personal del centurión de haberse ésta efectuado realmente. En este supuesto, la expresión de San Mateo significa simplemente que el centurión acudió a Jesús.


Mateo 8,8

SEÑOR, NO SOY DIGNO: la Iglesia no ha hallado palabras más apropiadas que las que de este soldado gentil para disponer los fieles a la comunión.


Mateo 8,10

SE MARAVILLÓ: no sólo manifestó admiración, sino que pudo sentirla. Toda la ciencia sobrenatural no inhibía en Cristo el funcionamiento normal de la inteligencia, combinada con la acción de la fantasía y de los sentidos, y su espontánea repercusión en las facultades afectivas. Según esto, el fenómeno extraordinario de la fe del centurión provocó espontáneamente la admiración.


Mateo 8,16

AL ATARDECER: con esto terminaba el reposo sabático.


Mateo 8,28

LA REGIÓN DE LOS GADARENOS tomaba su nombre de la ciudad de Gadara, situada al SE. del lago.


Mateo 8,30

UNA PIARA: rebaño ilegal y nefando en tierra de Israel.


Mateo 8,32

La permisión de Jesús estaba justificada. Esa piara de 2.000 cerdos era un desprecio de la ley de Moisés. Y la grosería que sus dueños cometieron luego con Jesús delataba su bajo nivel moral.