Marcos 6 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 56 versitos |
1 Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
2 Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos?
3 ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» ° . Y se escandalizaban a cuenta de él.
4 Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
5 No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.
6 Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
7 Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
8 Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja;
9 que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
10 Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
11 Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
12 Ellos salieron a predicar la conversión,
13 echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
14 Como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
15 Otros decían: «Es Elías». Otros: «Es un profeta como los antiguos».
16 Herodes, al oírlo, decía: «Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
17 Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo,
18 y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
19 Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía,
20 porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
21 La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
22 La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
24 Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza de Juan el Bautista».
25 Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
26 El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla.
27 Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel,
28 trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
29 Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
30 ° Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
31 Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
32 Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
33 Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
34 Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
35 Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde.
36 Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».
37 Él les replicó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».
38 Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco y dos peces».
39 Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos.
40 Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes ° y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
42 Comieron todos y se saciaron,
43 y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
44 Los que comieron eran cinco mil hombres.
45 Enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente.
46 Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
47 Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra.
48 Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.
49 Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito,
50 porque todos lo vieron y se asustaron. Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».
51 Entró en la barca con ellos y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor,
52 pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.
53 Terminada la travesía, llegaron a Genesaret y atracaron.
54 Apenas desembarcados, lo reconocieron
55 y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
56 En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que la tocaban se curaban.

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Introducción a Marcos

MARCOS

El Evangelio de san Marcos se abre con las siguientes palabras: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mar 1:1). Estas contienen ya en sí mismas un avance de lo que significa evangelio (proclamación de una buena noticia) y de su contenido, que es la persona de Jesucristo Hijo de Dios. La tradición ha identificado a este Marcos con Juan Marcos, sobrino de Bernabé, que acompañó a Pablo en sus viajes apostólicos (Hch 15:37-39). La composición de la obra suele datarse en torno al año 70 d.C., cuando todavía estaba en vida la generación apostólica. Este evangelio, dentro de su carácter principalmente narrativo, contiene una profunda dimensión teológica. Ya el mismo término «evangelio» indica que el contenido del relato es una proclamación de la salvación para la humanidad. Al presentar a Jesucristo como Hijo en el título de su evangelio, San Marcos nos remite desde el comienzo al misterio de Dios como Padre de Jesucristo. En la escena de Getsemaní, Cristo se dirige a él llamándolo Abba, Padre (Mar 14:36). Dios es también nuestro Padre (Mar 11:25: vuestro Padre del cielo). Al mismo tiempo, en las proclamaciones del Padre acerca del Hijo y en la concepción del reino de Dios, descubrimos que la cristología es el centro del segundo evangelio. Por otra parte, en el conjunto del Evangelio y especialmente en algunos momentos y detalles del mismo (predicciones de la pasión, juicio ante el sanedrín y ante Pilato, cartel sobre la cruz), se descubre un acento particular en la condición sufriente del Mesías e Hijo de Dios, Jesucristo.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Marcos 6,3*6:3 La tradición eclesial ha interpretado desde siempre que estos hermanos son «parientes» de Jesús.


Marcos 6,30-56*6:30-8:31 Esta sección del Evangelio según san Marcos se conoce con el nombre de «sección de los panes» porque en ella se habla varias veces de «los panes».
Marcos 6,41*6:41 El gesto adelanta el de Jesús en la Última Cena (Mar 14:22).