Lucas 10 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 42 versitos |
1 Y tras esto designó el Señor también a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. *
2 Y les decía: La mies es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos, y a nadie saludéis por el camino.
5 Y en la casa en que entrareis, primero decid: «Paz a esta casa».
6 Y si allí hubiere un hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz; si no, retornará sobre vosotros.
7 Y en esa misma casa quedaos, comiendo y bebiendo de lo que allí hubiere, porque digno es el obrero de su salario, No os paséis de una casa a otra.
8 Y en cualquiera ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os presenten,
9 curad a los enfermos que hubiere en ella y decidles: «Está ya cerca de vosotros el reino de Dios».
10 Y en la ciudad en que entrareis y no os recibieren, saliendo a sus plazas, decid:
11 «Hasta el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed, empero, que está cerca el reino de Dios».
12 Os aseguro que en aquel día se usará menos rigor con Sodoma que con aquella ciudad.
13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y Sidón hubieran sido hechos los prodigios obrados en vosotras, tiempo habría que en cilicio y ceniza, sentados en el suelo, hicieran penitencia. *
14 Pues bien, con Tiro y con Sidón se usará menos rigor en el juicio que con vosotras.
15 Y tú, Cafarnaúm, ¿por ventura serás exaltada hasta el cielo? Hasta el infierno serás hundida (Is 14:13-15).
16 El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; mas el que a mí me desecha, desecha al que me envió.
17 Volvieron los setenta y dos muy contentos, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
18 Díjoles: Contemplaba yo a Satanás caer del cielo como un rayo. *
19 Ved que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y contra toda la potencia del enemigo, y nada podrá dañaros;
20 mas no os gocéis en eso, que los espíritus se os someten; sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
21 En aquella hora sé estremeció de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste a los pequeñuelos. Bien, Padre, que así ha parecido bien en tu acatamiento. *
22 Todas las cosas me fueron entregadas por mí Padre; y ninguno conoce quién es el Hijo sino el Padre, y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien quisiere el Hijo revelarlo.
23 Y vuelto a los discípulos en particular, les dijo: Dichosos los ojos que ven lo que veis.
24 Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.
25 Y he aquí que un legista se levantó, y con el fin de tentarle dijo: Maestro, ¿qué haré para entrar en posesión de la vida eterna? *
26 El le dijo: En la ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?
27 El, respondiendo, dijo: «Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente», y «a tu prójimo como a tí mismo » (Dt 6:5; Lev 19:18).
28 Díjole: Muy bien respondiste: «Haz esto y vivirás» (Lev 18:5).
29 El, queriendo justificarse, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo?
30 Tomando la mano Jesús, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores, los cuales le despojaron, y después de cargarle de golpes se marcharon, dejándole medio muerto. *
31 Por casualidad, un sacerdote bajaba por el mismo camino, y habiéndole visto, dio un rodeo y pasó de largo.
32 De la misma manera también un levita, habiendo venido por aquel lugar y vístole, dio un rodeo y pasó de largo.
33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó cerca de él, y así que lo vio se le enterneció el corazón, *
34 y llegándose, le vendó las heridas después de echar en ellas aceite y vino; y colocándole encima de su propio jumento, le llevó a la hospedería y le cuidó.
35 Y al día siguiente, sacando dos denarios, los dio al hospedero, y le dijo: Cuídale, y lo que gastares de más, a mi vuelta yo te lo abonaré.
36 ¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en manos de los salteadores?
37 El dijo: El que usó de misericordia con él. Díjole Jesús: Anda y haz tú de la misma manera. *
38 Mientras iban de camino, entró él en cierta aldea, y una mujer, por nombre Marta, le dio hospedaje en su casa. *
39 Esta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. *
40 Pero Marta andaba muy afanada con los muchos quehaceres del servicio. Y presentándose, dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana me haya dejado sola con todo el servicio? Dile, pues, que venga a ayudarme.
41 Y respondiendo, le dijo el Señor: Marta, Marta, te inquietas y te azoras atendiendo a tantas cosas,
42 cuando una sola es necesaria; con razón María escogió para sí la mejor parte, la cual no le será quitada.

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 10,1-12

Hace el Maestro a los setenta y dos discípulos sustancialmente las mismas recomendaciones hechas anteriormente a los doce apóstoles (Luc_9:1-6). Debemos a la diligencia de Lucas este y tantos otros episodios, omitidos por Mateo y Marcos por ser en gran parte una repetición hecha como de pasada de lo mismo que de asiento había hecho Jesús en Galilea.


Lucas 10,13-16

No es del todo segura la cronología de estas querellas de Jesús, situadas por Mateo (Mat_11:21-23) en otro contexto. Varios indicios, empero, dan mayor probabilidad a la cronología de Mateo. Como el v. Luc_10:16 lógicamente empalma con el Luc_10:12, los vv. Luc_10:13-15 son un paréntesis motivado por la mención de Sodoma.


Lucas 10,18

Las palabras del Maestro no deben interpretarse como un frenazo a la soberbia o vanagloria de los discípulos (que no asoma por ningún lado), sino una revelación del sentido profundo encerrado en la sujeción de los demonios al nombre de Jesús: la victoria de Cristo sobre Satanás.


Lucas 10,21-24

De las tres estrofas de que constan estos Júbilos en Mateo (Mat_11:25-30), Lucas conserva las dos primeras: la doxología al Padre y la revelación de su propia divinidad; la amorosa invitación, que forma la tercera estrofa, la omite. Además de esta omisión, son propios de Lucas el preludio (Luc_10:21), expresión del GOZO DE JESÚS EN EL ESPÍRITU SANTO, y el epílogo (Luc_10:23-24), declaración de la bienaventuranza de los que le ven y le oyen.


Lucas 10,25-29

Este vivo diálogo está matizado de finísima ironía. El incauto legista queda envuelto en la misma red en que él quería envolver al Maestro. Para sincerarse de haber preguntado inútilmente, sale con otra pregunta más ociosa todavía, pero que da pie al Maestro para la maravillosa parábola del buen samaritano.


Lucas 10,30

JERICÓ: la costumbre de Jesús de aludir en su enseñanza a las circunstancias permite suponer fundadamente que el encuentro con el legista fue no lejos de Jericó.


Lucas 10,33

UN SAMARITANO: nada tan humillante para un presumido legista como tener que recibir lecciones de un aborrecido samaritano


Lucas 10,37

EL QUE USÓ DE MISERICORDIA: con este rodeo tiene que confesar el legista que uno cuyo nombre abominable no puede pronunciar es el que le ha enseñado lo que él no sabía o fingía no saber. Atendido sólo su sentido obvio, ya la parábola resulta intencionadísima. ¿Tuvo además otra intención más honda? No hacía mucho, los judíos, creyendo denigrar a Jesús con el ultraje más afrentoso, le llamaron samaritano (Jua_8:48). ¿Aludió ahora Jesús a este ultraje? No es inverosímil.


Lucas 10,38

LA ALDEA de que se habla es Betania, distante de Jerusalén unos dos kilómetros. Con esta indicación es posible reconstruir el probable itinerario de Jesús. Quiso pasar por Samaria; pero, rechazado por los samaritanos, tomó el camino de la Perea, pasó el río cerca de Jericó, y se halla ya a las puertas de Jerusalén.


Lucas 10,39-42

Esta íntima escena de familia es un sedante de las inquietudes y azoramientos humanos. Es proverbial entre los escritores ascéticos considerar a Marta como tipo de la vida activa, y a María como tipo de la vida contemplativa. La tan discutida identificación de María la hermana de Marta con la Magdalena y la anónima pecadora no ofrece serias dificultades.