Lucas 12 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 59 versitos |
1 Mientras tanto, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía,
2 pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
3 Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.
4 A vosotros os digo, amigos míos: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
5 Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la gehenna. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
6 ¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios.
7 Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros.
8 Os digo, pues: Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios,
9 pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.
10 Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
11 Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir,
12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».
13 Entonces le dijo uno de la gente ° : «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
14 Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
15 Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
16 Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha.
17 Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.
18 Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes.
19 Y entonces me diré a mí mismo: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
20 Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
21 Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
22 Y dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No os inquietéis por la vida, qué vais a comer; ni por el cuerpo, con qué os vais a vestir,
23 pues la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido.
24 Fijaos en los cuervos: ni siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros!
25 ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
26 Por tanto, si no podéis lo más pequeño, ¿por qué inquietaros por lo demás?
27 Fijaos cómo crecen los lirios, no se fatigan ni hilan; pues os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos.
28 Pues si Dios viste así a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
29 Y vosotros no andéis buscando qué vais a comer o qué vais a beber, ni estéis preocupados.
30 La gente del mundo se afana por todas esas cosas, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas.
31 Buscad más bien su reino, y lo demás se os dará por añadidura.
32 No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
33 Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla.
34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35 Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas.
36 Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
37 Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
38 Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
39 Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
40 Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
41 Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
42 Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
43 Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así.
44 En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
45 Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse,
46 vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
47 El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes;
48 pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá.
49 He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!
50 Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
51 ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
52 Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres;
53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
54 Decía también a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede.
55 Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede.
56 Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
57 ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?
58 Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».

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Introducción a Lucas

LUCAS

El Evangelio según san Lucas forma una unidad literaria y de contenido con Hechos de los Apóstoles, y, como consecuencia, cada una de estas obras ha de leerse teniendo en cuenta la otra. Atribuido por la tradición al médico compañero de Pablo evocado en Col 4:14, fue escrito posiblemente en la década de los setenta y está dirigido a cristianos de comunidades vinculadas a Pablo y situadas en regiones griegas, tal vez en torno a Éfeso. Lucas pone de relieve cómo la doctrina de Jesús y su Evangelio es para todos, judíos y griegos, y destaca el mensaje del Dios-Amor misericordioso para con los pecadores; de ahí que se le conozca como Evangelio de la misericordia. De algunos de sus acentos se puede concluir que sus destinatarios estaban viviendo ciertos problemas en relación con su adhesión a Jesucristo; entre ellos cabe destacar el sentido de la historia de la Iglesia, la razón de la incredulidad judía y el influjo negativo de la idea de salvación pagana. Lucas escribe su evangelio para confirmar a sus cristianos en la fe que han recibido (Luc 1:4), respondiendo a aquellos problemas principalmente con la teología del camino profético y salvador. El Evangelio de Lucas coincide con los otros dos sinópticos en la centralidad del «reino de Dios» y emplea el término «evangelizar el reino de Dios» (Luc 4:43). Tanto el Sermón de la llanura como el de las parábolas nos remiten al reino y al espíritu del reino (bienaventuranza a los pobres, perdón a los enemigos, oración).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Lucas 12,1-59*9:51-19:28 La segunda parte del evangelio tiene carácter eminentemente ético, presentando la moral cristiana como un caminar con Jesús hacia Jerusalén para compartir su muerte, resurrección y ascensión al cielo.


Lucas 12,1-59*10:38-13:21 La nueva referencia al camino señala el comienzo de la segunda etapa del mismo, que incluye una gran variedad de temas, a veces sin mayor conexión entre sí.
Lucas 12,13*12:13 Esta intervención introduce un nuevo bloque, dedicado a la avaricia y los bienes y distribuido en dos momentos: el primero, dirigido a todos, recoge la parábola del rico necio (Luc 12:13-21); en el segundo, solo para los discípulos, se señalan las actitudes ante los bienes y la seguridad material, con una invitación a compartir (Luc 12:22-34).