Lucas 22 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 71 versitos |
1 Estaba muy cerca la fiesta de los Ácimos llamada Pascua.
2 Y andaban buscando los sumos sacerdotes y los escribas cómo quitarlo de en medio, porque temían al pueblo.
3 Entonces entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce,
4 y se fue a tratar con los sumos sacerdotes y oficiales del templo el modo de entregárselo.
5 Ellos se alegraron y acordaron darle dinero.
6 Él aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin la presencia del pueblo.
7 Llegó, pues, el día de los Ácimos, en que se debía sacrificar la Pascua.
8 Y envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Id a prepararnos la Pascua para que la comamos».
9 Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?».
10 Y él les dijo: «Mirad, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo hasta la casa en que entre
11 y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te pregunta: ¿Dónde está la habitación en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.
12 Él os mostrará en el piso superior una habitación grande amueblada con divanes. Preparadla allí».
13 Fueron y lo encontraron como les había dicho y prepararon la Pascua.
14 ° Y cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él
15 y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer,
16 porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios».
17 Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios».
19 Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
20 Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
21 Pero mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!».
23 Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso.
24 Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor.
25 Pero él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores.
26 Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
27 Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
28 Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas,
29 y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí,
30 de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo.
32 Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
33 Él le dijo: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte».
34 Pero él le dijo: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme».
35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Dijeron: «Nada».
36 «Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una.
37 Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin».
38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les dijo: «Basta».
39 ° Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos.
40 Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en tentación».
41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba
42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».
43 Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba.
44 En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre.
45 Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza,
46 y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación».
47 Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
48 Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».
49 Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?».
50 Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
51 Jesús intervino, diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó.
52 Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él: «¿Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido?
53 Estando a diario en el templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas».
54 Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos.
55 Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro estaba sentado entre ellos.
56 Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo: «También este estaba con él».
57 Pero él lo negó, diciendo: «No lo conozco, mujer».
58 Poco después, lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pero Pedro replicó: «Hombre, no lo soy».
59 Y pasada cosa de una hora, otro insistía diciendo: «Sin duda, este también estaba con él, porque es galileo».
60 Pedro dijo: «Hombre, no sé de qué me hablas». Y enseguida, estando todavía él hablando, cantó un gallo.
61 El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces».
62 Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
63 Y los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él, dándole golpes.
64 Y, tapándole la cara, le preguntaban, diciendo: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?».
65 E, insultándolo, proferían contra él otras muchas cosas.
66 Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas; lo condujeron ante su Sanedrín,
67 y le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les dijo: «Si os lo digo, no lo vais a creer;
68 y si os pregunto, no me vais a responder.
69 Pero, desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios».
70 Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les dijo: «Vosotros lo decís, yo lo soy».
71 Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».

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Introducción a Lucas

LUCAS

El Evangelio según san Lucas forma una unidad literaria y de contenido con Hechos de los Apóstoles, y, como consecuencia, cada una de estas obras ha de leerse teniendo en cuenta la otra. Atribuido por la tradición al médico compañero de Pablo evocado en Col 4:14, fue escrito posiblemente en la década de los setenta y está dirigido a cristianos de comunidades vinculadas a Pablo y situadas en regiones griegas, tal vez en torno a Éfeso. Lucas pone de relieve cómo la doctrina de Jesús y su Evangelio es para todos, judíos y griegos, y destaca el mensaje del Dios-Amor misericordioso para con los pecadores; de ahí que se le conozca como Evangelio de la misericordia. De algunos de sus acentos se puede concluir que sus destinatarios estaban viviendo ciertos problemas en relación con su adhesión a Jesucristo; entre ellos cabe destacar el sentido de la historia de la Iglesia, la razón de la incredulidad judía y el influjo negativo de la idea de salvación pagana. Lucas escribe su evangelio para confirmar a sus cristianos en la fe que han recibido (Luc 1:4), respondiendo a aquellos problemas principalmente con la teología del camino profético y salvador. El Evangelio de Lucas coincide con los otros dos sinópticos en la centralidad del «reino de Dios» y emplea el término «evangelizar el reino de Dios» (Luc 4:43). Tanto el Sermón de la llanura como el de las parábolas nos remiten al reino y al espíritu del reino (bienaventuranza a los pobres, perdón a los enemigos, oración).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Lucas 22,1-71*19:29-24:53 Jesús llega a Jerusalén, meta de su camino y actividad, donde tendrá lugar su muerte y exaltación, su «éxodo» al Padre.


Lucas 22,14-20*22:14-20 Este relato es el centro de la sección: Jesús entrega su cuerpo y sangre como memorial suyo.
Lucas 22,39-71*22:39-23:56 La tercera sección de esta última parte del evangelio la ocupa la pasión, que Lucas va narrando con marcado sello parenético, es decir, presentando a Jesús como Maestro que lleva a la práctica sus enseñanzas principales: oración, perdón, confianza en el Padre.