Lucas 4 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 44 versitos |
1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando
2 durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre.
3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
4 Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”».
5 Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo
6 y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero.
7 Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
8 Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
9 Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
10 porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”,
11 y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”».
12 Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
13 Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
14 ° Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca.
15 Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
16 Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.
17 Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
18 «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos;
19 a proclamar el año de gracia del Señor».
20 Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
21 Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
22 Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?».
23 Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».
24 Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo.
25 Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país;
26 sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
28 Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos
29 y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
30 Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
31 Y bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
32 Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
33 Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
34 «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
35 Pero Jesús le increpó, diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
36 Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
37 Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
38 Al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
39 Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
40 Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
41 De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
42 Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
43 Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
44 Y predicaba en las sinagogas de Judea.

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Introducción a Lucas

LUCAS

El Evangelio según san Lucas forma una unidad literaria y de contenido con Hechos de los Apóstoles, y, como consecuencia, cada una de estas obras ha de leerse teniendo en cuenta la otra. Atribuido por la tradición al médico compañero de Pablo evocado en Col 4:14, fue escrito posiblemente en la década de los setenta y está dirigido a cristianos de comunidades vinculadas a Pablo y situadas en regiones griegas, tal vez en torno a Éfeso. Lucas pone de relieve cómo la doctrina de Jesús y su Evangelio es para todos, judíos y griegos, y destaca el mensaje del Dios-Amor misericordioso para con los pecadores; de ahí que se le conozca como Evangelio de la misericordia. De algunos de sus acentos se puede concluir que sus destinatarios estaban viviendo ciertos problemas en relación con su adhesión a Jesucristo; entre ellos cabe destacar el sentido de la historia de la Iglesia, la razón de la incredulidad judía y el influjo negativo de la idea de salvación pagana. Lucas escribe su evangelio para confirmar a sus cristianos en la fe que han recibido (Luc 1:4), respondiendo a aquellos problemas principalmente con la teología del camino profético y salvador. El Evangelio de Lucas coincide con los otros dos sinópticos en la centralidad del «reino de Dios» y emplea el término «evangelizar el reino de Dios» (Luc 4:43). Tanto el Sermón de la llanura como el de las parábolas nos remiten al reino y al espíritu del reino (bienaventuranza a los pobres, perdón a los enemigos, oración).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Lucas 4,1-44*3:1-9:50 Lucas presenta primero a Juan Bautista, prototipo y culmen de los profetas del AT y del tiempo de preparación, y luego a Jesús, con el que comienza la etapa del cumplimiento de las promesas.


Lucas 4,14-44*4:14-9:50 Primera parte de la catequesis lucana, centrada en Galilea y relativa a Jesús, Ungido de Dios y anunciador del evangelio del reino. En la primera de las siete secciones de que consta esta parte, (Luc 4:14-44; Luc 5:1-16), Jesús aparece como profeta, salvador, rechazado por muchos y fundador de los Doce.