Lucas 7 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 50 versitos |
1 Y cuando hubo terminado todas estas palabras a oídos del pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Había cierto centurión, cuyo siervo, enfermo, estaba para morir, el cual le era de mucha estima. *
3 Y como hubiese oído hablar de Jesús, envió a él algunos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a sacar de peligro a su siervo.
4 Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciéndole: Es digno de que le otorgues esto,
5 pues ama nuestra raza y la sinagoga él nos la edificó. *
6 Jesús iba con ellos. Y cuando ya se hallaba no lejos de la casa, envió unos amigos el centurión diciéndole: Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo;
7 por lo cual tampoco me consideré digno de ir a ti; mas ordénalo con una sola palabra, y quede sano mi muchacho. *
8 Que también yo, simple subordinado a las órdenes de la autoridad, que tengo soldados a mi mando, digo a éste: «Ve», y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi esclavo: «Haz esto», y lo hace.
9 Al oír esto Jesús, se maravilló de él, y, vuelto a la turba que le seguía, dijo: Os aseguro que ni siquiera en Israel hallé fe tan grande.
10 Y vueltos a la casa los enviados, hallaron el siervo con buena salud.
11 Y aconteció al día siguiente que marchó Jesús a una ciudad llamada Naím, y caminaban con él sus discípulos y gran tropel de gente. *
12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a enterrar a un difunto, hijo único para su madre —y ella era viuda—, y estaba con ella mucha gente de la ciudad.
13 En viéndola el Señor, sintió que se le enternecía el corazón con ella, y le dijo: No llores.
14 Y llegándose al féretro, lo tocó—y los que lo llevaban se detuvieron—, y dijo: Muchacho, te lo digo, levántate.
15 Y se incorporó el difunto y comenzó a hablar. Y se lo entregó a su madre.
16 Sobrecogió un temor a todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado en medio de nosotros; y visitó Dios a su pueblo.
17 Y se difundió esta voz acerca de él por toda la Judea y por todos los países comarcanos.
18 Informaron a Juan sus discípulos de todas estas cosas. Y llamando a sí dos de entre sus discípulos, *
19 enviólos Juan al Señor, diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir o aguardamos a otro?»
20 Presentándose a él los hombres, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir o aguardamos a otro?»
21 En aquella hora curó a muchos de enfermedades, achaques corporales y espíritus malos, y a muchos ciegos hizo merced de ver. *
22 Y respondiendo, les dijo: Id e informad a Juan de lo que visteis y oísteis: «Los ciegos cobran vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, los pobre evangelizados».
23 Y bienaventurado aquel que no se escandalizare en mí.
24 Partidos los mensajeros de Juan, comenzó a decir a las turbas acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña cimbreada por el viento?*
25 Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas muelles? Mirad que los que andan con ropaje espléndido y entre regalos, en los regios alcázares están.
26 Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
27 Este es de quien se ha escrito (Mal 3:1): «Mira que envío un mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino delante de ti».
28 Porque os lo digo, mayor profeta que Juan entre los nacidos de mujeres no le hay. Mas el menor en el reino de Dios, mayor es que él.
29 Y todo el pueblo que le oyó y los publícanos dieron a Dios la gloria de justo, siendo bautizados con el bautismo de Juan;
30 los fariseos, en cambio, y los legistas frustraron el designio de Dios acerca de ellos, no haciéndose bautizar por él.
31 ¿A quién, pues, asemejaré los hombres de esa generación? ¿Y a quién son semejantes? *
32 Semejantes son a los niños sentados en la plaza y que dan voces los unos a los otros, diciendo: «Os tocamos la flauta, y no danzasteis; entonamos endechas, y no llorasteis».
33 Porque ha venido Juan el Bautista sin comer pan ni beber vino, y decís: «Demonio tiene ».
34 Ha venido el Hijo del hombre comiendo y bebiendo, y decís: «Ahí tenéis un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publícanos y pecadores».
35 Y quedó acreditada la sabiduría por todos sus hijos.
36 Rogaba a Jesús uno de los fariseos que comiese con él; y entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa.
37 Y he aquí que se presenta una mujer, que era conocida en la ciudad como pecadora; la cual, enterándose que comía en casa del fariseo, tomó consigo un botecillo de alabastro lleno de perfume,
38 y puesta detrás junto a sus pies, llorando, comenzó con sus lágrimas a bañarle los pies, y con los cabellos de su cabeza se los enjugaba, y le besaba fuertemente los pies y se los ungía con el perfume.
39 Viendo esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Ese, si fuera profeta, conociera quién y qué tal es la mujer que le toca, cómo es una pecadora.
40 y respondiendo, díjole Jesús: Simón, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, di.
41 Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
42 No teniendo ellos con qué pagarle, les perdonó a entrambos. ¿Quién, pues, de ellos le amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo: Entiendo que aquel a quien más perdonó. El le dijo: Rectamente juzgaste.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esa mujer? Entré en tu casa, no me diste agua a los pies; mas ésta bañó mis pies con sus lágrimas y los enjugó con sus cabellos.
45 No me diste ósculo; mas ésta, desde que entré, no cesó de besar fuertemente mis pies.
46 No ungiste con óleo mi cabeza; mas ésta ungió mis pies con perfume.
47 Por lo cual te digo: le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Mas a quien poco se perdona, poco ama.*
48 y dijo a ella: Quedan perdonados tus pecados.
49 Y empezaron a decir entre sí los que con él estaban a la mesa: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
50 Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 7,2

LE ERA DE MUCHA ESTIMA: en una época en que tan inhumanamente se trataba a los esclavo es admirable en un soldado gentil este aprecio de un esclavo.


Lucas 7,5-6

Doble relación de este soldado con la Eucaristía: él fue quien EDIFICÓ LA SINAGOGA, en que Jesús había de anunciar el pan eucarístico; y de él son las palabras con que los fieles se disponen a la comunión: SEÑOR, NO SOY DIGNO.


Lucas 7,7

ORDÉNALO: no carece de gracia este modo militar de concebir el poder de Jesús sobre las enfermedades, como el de un jefe sobre sus soldados.


Lucas 7,11

Comparado este relato con el de las otras dos resurrecciones, la de la hija de Jairo y la de Lázaro, salta luego a la vista su enorme diferencia, así en la estructura literaria como en la tonalidad; no son tres narraciones fabricadas en serie.


Lucas 7,18

INFORMARON A JUAN SUS DISCÍPULOS: no consta con qué ánimo le informaron de los milagros de Jesús; pero no es inverosímil que mirasen con malos ojos la creciente popularidad del joven Maestro (Jua_3:25-26), que tanto contrastaba con la desgracia del Bautista. Esta rivalidad de sus discípulos tal vez movió a Juan a tomar la resolución de mandarlos a Jesús con la esperanza de obtener de él declaraciones mesiánicas.


Lucas 7,21

A las declaraciones verbales prefiere el prudente Maestro las pruebas reales, menos ruidosas, pero más eficaces: el milagro, que es a un mismo tiempo el cumplimiento de una profecía mesiánica (Isa_35:5-6; Isa_61:1).


Lucas 7,24-30

Este movidísimo discurso es todo él un tejido de vivísimos contrastes, matizados de sangrienta ironía: contraste entre la austeridad de Juan y la molicie de Herodes; contraste entre la firmeza de Juan y la veleidad de los judíos; contraste del ministerio de Juan, superior al de los antiguos profetas, pero inferior al de los mensajeros del reino de Dios.


Lucas 7,31-35

En esta intencionadísima parábola, la imagen o término de comparación la forman dos grupos de niños dispuestos a jugar: el de los que invitan complacientes y el de los que rehúsan malhumorados. Los primeros representan a Juan y a Jesús; los segundos, a ESA GENERACIÓN. La sentencia final es de una ironía finísima. Quiere decir: vosotros, los hijos de la Sabiduría, con esos vuestros dichos agudos habéis acreditado a vuestra madre.


Lucas 7,47

LE SON PERDONADOS SUS MUCHOS PECADOS, PORQUE AMÓ MUCHO: el sentido obvio de esta declaración es que el amor a Jesu-Cristo es la causa del perdón de los pecados. Verdad consoladora para el que ama a Jesu-Cristo.