Lucas 8 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 56 versitos |
1 Y aconteció luego de esto que recorrió él una tras otra las ciudades y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del reino de Dios, y con él iban los Doce
2 y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y enfermedades: María la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, *
3 y Juana la mujer de Cusa, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas, las cuales le servían de sus haberes.
4 Como concurriese gran muchedumbre y viniese a él gente de toda ciudad, díjoles por via de parábola:*
5 Salió el sembrador a sembrar su semilla. Y al sembrar él, una parte cayó a la vera del camino, y fue pisoteada, y los pájaros del cielo se la comieron.
6 Y otra cayó sobre la peña, y en naciendo, se secó por no tener humedad.
7 Y otra cayó en medio de espinas, y brotando juntamente las espinas, la ahogaron.
8 Y otra cayó en la tierra buena, y una vez nacida, dio fruto centuplicado. Esto diciendo, clamaba: Quien tenga oídos para oír, escuche.
9 Preguntábanle sus discípulos qué cosa significase la parábola.
10 El dijo: A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que «viendo no vean y oyendo no entiendan» (Is 6:9-10). *
11 Y esta es la significación de la parábola. La semilla es la palabra de Dios. *
12 Los de la vera del camino son los que la oyeron, mas luego viene el diablo y quita la palabra de su corazón, no sea que, creyendo, se salven.
13 Y los que sobre la peña, son los que, cuando oyen, acogen con gozo la palabra; y éstos no tienen raigambre: los que por un tiempo creen y en tiempo de tentación se retiran.
14 Lo que cayó sobre las espinas, éstos son los que oyeron, y andando, andando, son ahogados por las ansiedades y la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a dar fruto sazonado.
15 Y lo que en la tierra buena, éstos son los que, con corazón bueno y excelente, habiendo oído la palabra, la retienen y llevan fruto con su constancia.
16 Nadie hay que, habiendo encendido una lámpara, la cubra con una vasija o la ponga debajo del lecho, sino la pone sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.
17 Porque no hay nada escondido que no se haga manifiesto, ni nada secreto que no sea conocido y venga a ser manifiesto,
18 Mirad, pues, cómo oís: porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que parece tener se le quitará.
19 Vinieron a él su madre y sus hermanos, y no podían llegar hasta él a causa del gentío.
20 Y se le avisó que «Tu madre y tus hermanos están allá fuera deseando verte».
21 El, respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra.
22 Aconteció cierto día que él subió a la barca, y con él sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra banda del lago. Y se hicieron a la mar.
23 Y mientras navegaban, se durmió. Y se precipitó sobre el lago una tempestad de viento, y se inundaban y zozobraban.
24 Llegándose a él, le despertaron diciendo: Maestro, Maestro, nos vamos a pique. El, despertando, habló con imperio al viento y al oleaje del agua, y se calmaron, y se hizo bonanza. Y les dijo:
25 ¿Dónde está vuestra fe? Y despavoridos, se maravillaron, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, será éste, que aun a los vientos manda y al agua, y le obedecen?
26 Y abordaron a la región de los gerasenos, la cual está de frente a Galilea. *
27 Y en saliendo él a tierra, se encontró con él un hombre salido de la ciudad, que tenía demonios. Y por bastante tiempo no se puso vestido, y no habitaba en casa, sino en los monumentos.
28 Y viendo a Jesús, prorrumpiendo en gritos, se postró ante él y a grandes voces dijo: ¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.
29 Es que mandaba al espíritu inmundo que saliese de aquel hombre, pues durante muchas temporadas le había causado arrebatos, y era atado con cadenas y grillos, con que era custodiado; y rompiendo las ataduras, era empujado por el demonio a los despoblados.
30 Y le preguntó Jesús diciendo: ¿Cuál es tu nombre? El dijo: «Legión». Porque habían entrado muchos demonios en él.
31 Y le rogaban que no les mandase irse al abismo.
32 Había por allí una piara de muchos cerdos que pacían en el monte, y le rogaban que les consintiese entrar en ellos; y se lo consintió. *
33 Saliendo los demonios del hombre, entraron en los cerdos, y se lanzó la piara despeñadero abajo al lago, y se ahogó.
34 Los que los apacentaban, viendo lo acaecido, huyeron y dieron la noticia del hecho en la ciudad y por los campos.
35 Salieron a ver lo acaecido, y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús, y les entró miedo.
36 Y les contaron los que lo habían visto cómo se vio salvo el endemoniado.
37 Y le rogó toda la muchedumbre de la comarca de los gerasenos que se ausentase de ellos, por el gran miedo de que estaban poseídos. Y él, subiendo a la nave, se volvió.
38 Y le pedía el hombre de quien habían salido los demonios estarse con él; pero le despidió diciendo:
39 Vuelve a tu casa y refiere cuanto ha hecho Dios contigo. Y se fue, y publicaba por toda la ciudad cuanto Jesús había hecho con él.
40 Y aconteció que al volver Jesús le acogió la muchedumbre, pues estaban todos aguardándole.
41 Y en esto vino un hombre, por nombre Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa,
42 pues tenía una hija única como de doce años, y ésta se estaba muriendo. Y mientras él iba, las turbas le ahogaban.
43 Y una mujer que andaba con flujo de sangre desde hacía doce años, la cual, habiendo gastado en médicos toda su hacienda, por ninguno había podido ser curada, *
44 acercándose por detrás, tocó la franja de su manto, y al instante se paró el flujo de su sangre.*
45 Y dijo Jesús: ¿Quién es el que me ha tocado? Como todos lo negasen, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, las turbas te están oprimiendo y estrujando.
46 Mas Jesús dijo: Alguien me tocó, pues yo me di cuenta que una energía ha salido de mí. *
47 Viendo la mujer que no había pasado inadvertida, temblando vino y, postrándose ante él, declaró delante de todo el pueblo por qué motivo le había tocado y cómo instantáneamente quedó sana.
48 El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.
49 Mientras él estaba todavía hablando, viene uno de casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Ha muerto tu hija; no molestes ya al Maestro. *
50 Jesús, habiéndolo oído, le respondió: No temas, cree no más, y será salva.
51 Y habiendo llegado a la casa, no dejó que nadie entrase con él, sino Pedro y Juan y Santiago y el padre de la niña y la madre.
52 Lloraban todos y la plañían. Mas él dijo: No lloréis; no murió, sino duerme.
53 Y se burlaban de él, ciertos de que había muerto.
54 El, tomándola de la mano, alzó la voz, diciendo: Niña, levántate.
55 Y tornó a ella su espíritu, y se levantó al instante. Y mandó que se le diera de comer.
56 Y quedaron fuera de sí sus padres; pero él les ordenó que a nadie dijeran lo acaecido.

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 8,2

La mención de MARÍA en primer lugar, el sobrenombre singular de LA MAGDALENA y la circunstancia de que HABÍAN SALIDO de ella SIETE DEMONIOS parecen una discreta identificación de esta mujer con la pecadora de quien se acaba de hablar.


Lucas 8,4-8

De las muchas parábolas concernientes al reino de Dios que en esta ocasión propuso el divino Maestro, San Lucas sólo conserva en este lugar la del sembrador. Otras dos, las del granito de mostaza y del fermento, las reproduce en otro contexto (Luc_13:18-21), tal vez porque entonces las repitió Jesús a otro auditorio.


Lucas 8,10

PARA QUE…: San Lucas abrevia notablemente las palabras de Jesús y las de Isaías, que San Mateo reproduce más extensamente. A la luz de Isaías y de San Mateo, la finalidad expresada hay que atribuirla a los mismos judíos, que cierran los ojos para no ver.


Lucas 8,11-18

Esta declaración del Maestro nos enseña el criterio para la interpretación de las parábolas evangélicas: no empeñándose en descubrir sentidos en cualquier pormenor puramente ornamental, ni tampoco reduciéndola a un exiguo núcleo elemental.


Lucas 8,26

Una misma región, que en San Mateo se llama «de los gadarenos», es aquí llamada DE LOS GERASENOS, tal vez con relación a la ciudad de Khersa o Kursi, situada al E. del lago.


Lucas 8,32

Lo ilegal de esa PIARA justifica plenamente la permisión de Jesús. Ni merecían consideraciones los que luego tan groseramente se portaron.


Lucas 8,43

EN MÉDICOS: rasgo interesante de imparcialidad en el evangelista médico.


Lucas 8,44

LA FRANJA: era una de las borlas cosidas en las extremidades DEL MANTO.


Lucas 8,46

UNA ENERGÍA HA SALIDO DE MÍ: expresión popular y pintoresca, que presenta la virtud de hacer milagros como si fuera un fluido que saliese del cuerpo de Jesús.


Lucas 8,49-56

Esta resurrección, comparada con la del hijo de la viuda o con la de Lázaro, forma un tipo de narración marcadamente distinto, que desmiente las fantasías de la Formgeschichte . En vez de la melancolía y las hondas emociones de Naím o de los estremecimientos y lágrimas de Betania, la nota dominante en la actitud de Jesús es aquí cierta amable jovialidad, que da a la narración un encanto idílico.