Lucas 9 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 62 versitos |
1 Habiendo convocado a los doce apóstoles, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar enfermedades.
2 Y los envió a predicar el reino de Dios y sanar los enfermos.
3 Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; y no tener dos túnicas de recambio; *
4 y en la casa en que entrareis, allí permaneced y de allí salid.
5 Y cuando quiera que algunos no os acogieren, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies para testimonio contra ellos.
6 Y saliendo, recorrían aldea por aldea, evangelizando y curando por doquiera.
7 Oyó Herodes el tetrarca todo lo que pasaba, y andaba desorientado, ya que algunos decían que Juan había resucitado de entre los muertos;
8 otros, que Elías había aparecido; otros, que había resucitado algún profeta de los antiguos.
9 Dijo Herodes: A Juan yo lo decapité; ¿quién es éste, de quien oigo decir tales cosas? Y buscaba manera de verle.
10 Y habiendo vuelto los apóstoles, le refirieron cuanto habían hecho; y tomándolos consigo, se retiró a solas con ellos hacia una ciudad llamada Betsaida. *
11 Y las turbas, al saberlo, le siguieron, Y acogiéndolos, les hablaba del reino de Dios, y a los que tenían necesidad de curación los sanaba.
12 El día comenzó a declinar. Y llegándose los Doce, le dijeron: Despide a la turba, para que, yendo a las aldeas y cortijos del contorno, se alberguen y hallen provisiones, pues aquí estamos en un lugar solitario.
13 Dijoles: Dadles de comer vosotros. Ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; si ya no es que vamos nosotros y compramos vituallas para todo este pueblo.
14 Porque eran como unos cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Hacedlos recostar por ranchos como de cincuenta cada uno.
15 Y lo hicieron así, y los hicieron recostar a todos.
16 Y habiendo tomado los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, los bendijo y partió, y los iba dando a los discípulos para que los sirviesen a la turba.
17 Y comieron y se saciaron todos, y se recogió lo que les había sobrado de los pedazos, doce canastos.
18 Y aconteció que, estando él orando a solas, se hallaban con él los discípulos, y les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las turbas que soy?
19 Ellos, respondiendo, dijeron: Juan el Bautista; otros, Elías; otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.
20 Díjoles: ¿Y vosotros quién decís que soy? Pedro, respondiendo, dijo: El Mesías de Dios. *
21 Y él, con órdenes terminantes, les mandó que a nadie dijeran esto,
22 diciendo: El Hijo del hombre tiene que padecer muchas cosas y ser desechado por los ancianos, y sumos sacerdotes, y escribas, y ser entregado a la muerte y al tercer día resucitar.
23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a cuestas su cruz cada día y sígame.
24 Porque quien quisiere poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por mí, éste la salvará.
25 Pues ¿qué provecho saca el hombre ganando el mundo entero, pero perdiéndose o perjudicándose a sí mismo?
26 Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del hombre cuando viniere en su gloria y en la de su Padre y de los santos ángeles.
27 Y os digo de verdad: hay algunos de los que aquí están que no gustarán la muerte sin que antes vean el reino de Dios. *
28 Y aconteció después de estos razonamientos, como unos ocho días, que, habiendo tomado consigo a Pedro y Juan y Santiago, subió al monte para orar. *
29 Y mientras estaba orando, el aspecto de su faz parecía otro, y su vestidura se paró blanca, relampagueante.
30 Y he aquí que dos varones hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías,
31 que, apareciendo circundados de gloria, trataban del tránsito de Jesús, que él iba a realizar en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño; mas despertando a la mitad de su sueño, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que con él estaban.
33 y aconteció que, al retirarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, linda cosa es estarnos aquí. Y vamos a hacer tres tiendas: una para ti, una para Moisés y una para Elías. No sabiendo lo que se decía.
34 Y habiendo él dicho esto, se formó una nube y los cubría, y se llenaron de miedo al entrar en la nube.
35 Y se dejó oír una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo, el elegido: escuchadle.
36 Y al dejarse oír la voz, se halló Jesús solo. Y ellos se callaron, y a nadie por aquellos días contaron nada de lo que habían visto.
37 Y aconteció al día siguiente que, habiendo ellos bajado del monte, vino al encuentro de él gran muchedumbre. *
38 Y de pronto un hombre de entre la turba se puso a dar voces, diciendo: Maestro, te ruego que mires a este hijo mío, porque es el único que tengo;*
39 y mira, se apodera de él un espíritu, y en seguida grita, y le retuerce entre espumarajos, y a duras penas se va de él, dejándole magullado.
40 Y rogué a tus discípulos que lo echasen, y no pudieron.
41 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!, ¿hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? Trae acá tu hijo.
42 Y al tiempo mismo en que él se acercaba, le estrelló el demonio contra el suelo y le dio una violenta sacudida; mas Jesús habló imperiosamente al espíritu inmundo, y sanó al niño y se lo entregó a su padre.
43 Y todos quedaban atónitos ante la grandeza de Dios. Y maravillándose todos por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:
44 Clavad vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45 Y ellos no entendían esta palabra, y estaba cubierta con un velo para ellos, de suerte que no alcanzaban su sentido; y tenían miedo de preguntarle sobre esta palabra.
46 Y entró en ellos un pensamiento sobre quién de ellos sería el mayor.
47 Mas Jesús, conociendo el pensamiento de su corazón, tomando por la mano a un niño, lo puso cabe sí,
48 y dijo a ellos: Quien recibiere a este niño en mi nombre, a mí me recibe, y quien a mí me recibiere, recibe al que me envió. Porque el que es más pequeño entre vosotros, éste es grande.
49 Tomando Juan la palabra, dijo: Maestro, vimos a uno lanzando demonios en tu nombre y se lo estorbamos, pues no anda con nosotros. *
50 Díjole Jesús: No se lo estorbéis, pues quien no está contra vosotros, por vosotros está.
51 Y aconteció que, cuando se cumplían los días de su partida de este mundo, tomó Jesús la firme resolución de encaminarse a Jerusalén. *
52 Y envió mensajeros delante de sí. Y puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para disponerle alojamiento. *
53 y no le acogieron, porque su aspecto era de quien iba a Jerusalén.
54 Viéndolo los discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? *
55 Vuelto a ellos, les reprendió, diciendo: No sabéis de qué espíritu sois;*
56 porque el Hijo del hombre no vino a perder las almas de los hombres, sino a salvarlas. Y se marcharon a otra aldea.
57 Y mientras iban de camino, díjole uno: Te seguiré adondequiera que partas. *
58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo guaridas; mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
59 Y dijo a otro: Sígueme. Mas él dijo: Señor, permíteme que primero vaya a enterrar a mi padre.
60 Pero le dijo: Deja los muertos enterrar sus muertos; pero tú marcha a anunciar el reino de Dios.
61 Dijo también otro: Te seguiré, Señor; mas primero permíteme irme a despedir de los de mi casa.
62 Pero le dijo Jesús: Nadie que puso su mano en el arado y mira hacia atrás es a propósito para el reino de Dios.

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 9,3

NO TOMÉIS…Y NO TENER: este cambio de persona revela la manera como San Lucas acoplaba las diversas informaciones que recibía. De ahí resultaban a las veces incoherencias gramaticales, que el evangelista dejaba sin afinar.


Lucas 9,10-17

La primera multiplicación de los panes es el único milagro narrado por todos cuatro evangelistas. El cotejo de esta cuádruple narración es altamente instructivo. La de Mateo es concisa, de trazos vigorosos; la de Marcos, difusa y pintoresca: la de Juan, la más pormenorizada y dramática; todas tres son de testigos presenciales: ninguna depende de la otra. La de Lucas, en cambio, templada, culta, redondeada. Con estas discrepancias literarias contrasta la uniformidad histórica: absoluta identidad sustancial con variedades accidentales.


Lucas 9,20

EL MESÍAS: sobre la mesianidad de Jesús recaía directamente la confesión de Pedro. El silencio de Lucas sobre la promesa del primado hecha a Pedro se explica sin dificultad, sin que este silencio comprometa la historicidad del hecho. Primeramente, la terminante prohibición de Jesús, que sigue inmediatamente, comprende también la promesa del primado, que no podía descubrirse sin revelar la mesianidad de Jesús. El conocimiento del hecho no salió, por tanto, del círculo de los Doce. En segundo lugar, es muy natural que Pedro, por modestia, al constituir la catequesis oral, callase lo que redundaba en propia alabanza. Según esto, Lucas no pudo conocer el hecho de la promesa, ni por la catequesis oral, que no la contenía, ni por otros informadores, que, fuera de los Doce, tampoco la conocían. Por fin, cuando se escribió el tercer Evangelio, después del año 60, hacía ya más de treinta años que Pedro actuaba como jefe supremo de la Iglesia. Convencidos todos de que esta autoridad la había Pedro recibido del Maestro, no se preocupaban por saber cómo y cuándo la había recibido.


Lucas 9,27

Esta declaración, al referirse, probablemente, a lo que sigue, caracteriza la transfiguración como una manifestación del REINO DE DIOS.


Lucas 9,28-36

Esta narración de Lucas es más completa y más profunda que las paralelas de Mateo y Marcos, a las cuales añade interesantes pormenores. El tiempo, respecto de lo que precede, fue COMO UNOS OCHO DÍAS después. La BLANCURA DE LOS VESTIDOS era RELAMPAGUEANTE. De los discípulos se dice que, dormidos primero, despertados después, VIERON LA GLORIA DE JESÚS, Pero los dos rasgos más importantes son la oración y el TRÁNSITO DE JESÚS, QUE ÉL IBA A REALIZAR EN JERUSALÉN: oración transfigurante, transfiguración de gloria contrapuesta a otra transfiguración de dolor.


Lucas 9,37

AL DÍA SIGUIENTE: este rasgo, unido a otros, da a entender que la transfiguración fue durante la noche.


Lucas 9,38-43

San Lucas ha conservado dos rasgos profundamente humanos. Al principio el padre del niño ruega por él, PORQUE, dice, ES EL ÚNICO QUE TENGO. Al fin, Jesús, después de sanarle, SE LO ENTREGÓ A SU PADRE.


Lucas 9,49-50

Nuevo contraste entre la mezquindad de los discípulos y la amplitud de miras del Maestro. QUIEN NO ESTÁ CONTRA VOSOTROS, POR VOSOTROS ESTÁ: esta sentencia, confrontada con la otra: «Quien no está conmigo, contra mí está» (Luc_11:23), muestra que, según las circunstancias, para estar con alguno y declararse por él, unas veces será necesario ponerse a su lado, otras bastará no situarse frente a él.


Lucas 9,51

SU PARTIDA…: literalmente «su asunción», término equivalente a «tránsito» (Luc_9:31).

|| TOMÓ LA FIRME RESOLUCIÓN: literalmente «afirmó (=puso firme) su rostro». Estas dos expresiones insólitas y solemnes indican que, en los planes de Jesús, el largo viaje que emprende tiene algo de definitivo: va a morir.


Lucas 9,52

ENVIÓ MENSAJEROS: esta circunstancia y otras que siguen prueban que este viaje no pudo ser el que hizo de incógnito a la fiesta de los Tabernáculos (Jua_7:10), que además distaba mucho de la Pascua siguiente. Hubo de ser, por tanto, el que hizo a la fiesta de las Encenias (Jua_10:22). Los tres meses que faltan aún para la Pascua se llenan bien con los episodios narrados en los diez capítulos siguientes.


Lucas 9,54

QUE BAJE FUEGO DEL CIELO…: alusión al hecho de Elías (2Re_1:10-14). La mayoría de los códices añaden: «Como también lo hizo Elías».


Lucas 9,55-56

NO SABÉIS…: esta bellísima sentencia del Maestro omítenla generalmente los críticos. Es cierto que la utilizó Marción para probar la antítesis entre el A.T. y el N. T.; pero es más verosímil que por esto la suprimiesen algunos meticulosos que no que la inventase Marción.


Lucas 9,57-62

Las dos primeras de estas vocaciones las sitúa Mateo en otro contexto; la tercera es propia de Lucas. De ahí que su cronología es algo insegura.