Juan  16 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 33 versitos |
1 Estas cosas os he hablado por que no os escandalicéis.
2 Os expulsarán de las sinagogas; más aún, llega hora en que todo aquel que os matare piense rendir culto a Dios.
3 Y esto harán porque no conocieron al Padre ni a mí.
4 Pero estas cosas os he hablado para que, cuando llegare su hora, os acordéis de ellas que yo os las dije. Y no os las dije desde un principio, dado que estaba con vosotros.
5 Mas ahora voy al que me envió, y ya ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adonde vas?*
6 Antes, por haberos yo dicho estas cosas, la tristeza ha llenado vuestro corazón.
7 Pero yo os digo la verdad: os cumple que yo me vaya: porque, si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. *
8 Y él, cuando viniere, convencerá al mundo cuanto al pecado, cuanto a la justicia y cuanto al juicio. *
9 Cuanto al pecado, por razón de que no creen en mí;
10 cuanto a la justicia, porque me voy al Padre y ya no me veis;
11 y cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado.
12 Todavía muchas cosas tengo que deciros, mas no las podéis sobrellevar ahora; *
13 mas cuando viniere él, el Espíritu de verdad, os guiará en el camino de la verdad integral. Pues no hablará de sí mismo, sino lo que oyere, eso hablará, y os dará a conocer lo por venir.
14 El me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo dará a conocer. *
15 Todo cuanto tiene el Padre, mío es; por eso dije que recibe de lo mío y os lo dará a conocer.
16 Un poquito, y ya no me veis; y otro poquito, y me veréis.*
17 Dijeron, pues, entre sí algunos de sus discípulos: ¿Qué será esto que nos dice: «Un poquito, y no me veis; y otro poquito, y me veréis», y que «Me voy al Padre»? Decíanse, pues:
18 ¿Qué será eso que dice: «Un poquito»? No entendemos lo que dice.
19 Conoció Jesús que tenían ganas de preguntarle, y les dijo: Andáis averiguando unos con otros sobre esto que os dije: «Un poquito, y no me veis; y otro poquito, y me veréis».
20 En verdad, en verdad os digo que vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se regocijará; vosotros os acongojaréis, pero vuestra congoja se tornará en gozo.
21 La mujer, cuando está de parto, tiene congoja, pues llegó su hora; mas cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto, por el gozo de que nació un hombre al mundo.
22 Pues así también vosotros, ahora cierto tenéis congoja; mas otra vez os veré, y se gozará vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lo quita.
23 Y en aquel día no me preguntaréis cosa alguna. En verdad, en verdad os digo: si alguna cosa pidiereis al Padre, os la concederá en nombre mío.
24 Hasta ahora no habéis pedido cosa alguna en nombre mío. Pedid y recibiréis, por que vuestro gozo sea cumplido.
25 Estas cosas os he hablado en parábolas; llega la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que declaradamente os daré nuevas acerca del Padre. *
26 En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
27 puesto que el Padre, él mismo, os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo de Dios salí.
28 Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. *
29 Dícenle sus discípulos: Ahora sí que hablas abiertamente y no dices ninguna parábola.
30 Ahora conocemos que lo sabes todo y no tienes necesidad de que nadie te pregunte: en esto creemos que saliste de Dios.
31 Respondióles Jesús: ¿Ahora creéis?
32 Mirad que llega la hora —y ya ha llegado—en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Mas no estoy solo, pues el Padre está conmigo.
33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis apretura; mas tened buen ánimo, yo he vencido al mundo.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  16,5-24

Vuelve Jesús a los dos temas fundamentales desarrollados en el capítulo 14: la presencia del Espíritu Santo y el retorno de Cristo.


Juan  16,7

OS CUMPLE QUE YO ME VAYA: la razón es PORQUE, SI NO ME FUERE, EL PARÁCLITO NO VENDRÁ A VOSOTROS. La venida del Espíritu Santo estaba condicionada a la muerte y a la resurrección de Cristo. Y este mundo ya no es la morada propia de un hombre que ha muerto y cuyo estado glorioso pide la ascensión a las moradas celestes. Sobre todo, Cristo desde la gloria del Padre y a una con el Padre había de enviar el Espíritu Santo. En este sentido añade: MAS SI ME FUERE, OS LE ENVIARÉ. Esta misión del Espíritu Santo de parte del Hijo prueba que el Espíritu Santo procede no sólo del Padre, sino también del Hijo como de un solo principio.


Juan  16,8-11

El Espíritu Santo pondrá en evidencia tres hechos;
a) el pecado del mundo por no haber creído en mí;
b) la verdad y justicia de mis reclamaciones como Mesías e Hijo de Dios;
c) la condenación fulminada contra Satanás y cuantos le sigan.


Juan  16,12-13

MUCHAS COSAS…; no son precisamente verdades nuevas, sino ulteriores declaraciones de las verdades ya enseñadas. Toda la historia evangélica señala cuáles eran estas verdades principalmente: la espiritualidad del reino mesiánico y la «palabra de la cruz», que los discípulos ahora no podían sobrellevar. Sólo la muerte del Maestro, seguida de la resurrección, y la ilustración del Espíritu Santo habían de capacitar a los discípulos para SOBRELLEVAR estas verdades.


Juan  16,14-15

RECIBIRÁ DE LO MÍO…TODO CUANTO TIENE EL PADRE, MÍO ES; con estas palabras demostraron los Padres y teólogos, contra los griegos, que el Espíritu Santo procede del Hijo lo mismo que del Padre.


Juan  16,16

Este gracioso acertijo, que para los discípulos era un enigma, los hechos debían descifrarlo bien pronto. UN POQUITO, de aquí a la muerte, Y YA NO ME VEIS; OTRO POQUITO, de la muerte a la resurrección, y de nuevo ME VERÉIS.


Juan  16,25

EN PARÁBOLAS: en lenguaje mas o menos figurado. Esta declaración se refiere a todo el sermón y aun a su modo a todo el Evangelio.

|| LLEGA LA HORA: será esto durante los cuarenta días entre la resurrección y la ascensión.


Juan  16,28

Palabras diáfanas, que, sin embargo, esconden profundos misterios. Porque el Hijo así salió del Padre, que no se apartó de él; y vino al mundo, en el cual ya estaba,