Hechos 10 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 48 versitos |
1 Cierto varón en Cesárea, por nombre Cornelio, centurión de la cohorte llamada Itálica, *
2 religioso y temeroso de Dios con toda su casa, que hacía copiosas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente,
3 vio en visión claramente, como hacia la hora nona del día, un ángel de Dios que entró a él y le dijo: Cornelio.
4 El, mirándole fijamente y amedrentado, dijo: ¿Qué hay, Señor? Díjole: Tus oraciones y tus limosnas subieron como memorial en el acatamiento de Dios.
5 Y ahora despacha hombres a Jope y haz venir a un tal Simón que se apellida Pedro. *
6 Este se hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene su casa a la orilla del mar.
7 Así que se partió el ángel que le hablaba, llamando a dos de sus criados y a un soldado piadoso de los que estaban constantemente a sus órdenes,
8 y habiéndoselo referido todo, los despachó a Jope.
9 Al día siguiente, mientras ellos iban su camino, y cuando se acercaban ya a la ciudad, subió Pedro a la azotea para orar hacia la hora sexta.
10 Le entró hambre, y quería tomar algo; mas, mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis.
11 Y contempla el cielo abierto y una especie de recipiente que bajaba, a manera de un lienzo grande, y, cogido por los cuatro cabos, se descolgaba hacia la tierra; *
12 en el cual había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y volátiles del cielo.
13 Y sonó una voz a él: Levántate, Pedro; sacrifica y come.
14 Mas Pedro dijo: De ninguna manera. Señor, pues jamás comí cosa profana e impura.
15 Y una voz desde el cielo por segunda vez a él: Lo que Dios purificó, tú no lo hagas profano.
16 Esto se verificó hasta tres veces, y luego el recipiente fue elevado hacia el cielo,
17 Y mientras Pedro andaba pensando, sin acertar qué podría significar la visión que vio, de pronto los hombres enviados por Cornelio, tras de haber andado preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta;
18 y habiendo llamado a voces, preguntaban si Simón el apellidado Pedro se hospedaba allí.
19 Y estando Pedro embebido en el pensamiento de la visión, díjole el Espíritu: Ahí están tres hombres que te buscan;
20 pero ... levántate, baja y marcha con ellos, dejando toda vacilación pues yo los he enviado.
21 Bajando Pedro a los hombres, dijo: Ahí me tenéis, yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por que habéis venido?
22 Ellos dijeron: Cornelio centurión, varón justo y que teme a Dios, acreditado además por el testimonio de toda la nación de los judíos, recibió aviso de Dios, comunicado por un ángel santo, de que te hiciese venir a su casa y escuchase lo que tú le dijeses.
23 Invitándolos, pues, a entrar, los hospedó. Al día siguiente, levantándose, pardo con ellos, y algunos de los hermanos de Jope fueron con él.
24 Y al siguiente día entró en Cesárea. Cornelio estaba aguardándolos, habiendo convocado a sus parientes y a los amigos íntimos.
25 Y en el momento en que entraba Pedro, saliendo a su encuentro Cornelio, cayendo a sus pies, le adoró.
26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; también yo mismo soy hombre. *
27 Y conversando con él, entró, y se encuentra con los que habían concurrido, que eran muchos;
28 y les dijo: Vosotros sabéis cómo es abominación para un hombre judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me enseñó Dios a no llamar profano o impuro a ningún hombre. *
29 Por lo cual, sin replicar palabra, vine al ser llamado. Pregunto, pues, ¿por qué motivo me mandasteis llamar?
30 Y Cornelio dijo: Hace cuatro días ahora estaba yo a la hora nona haciendo oración en mi casa, cuando de pronto se presentó delante de mí un varón con vestidura refulgente;
31 y dice: Cornelio, fue escuchada tu oración, y tus limosnas fueron recordadas en el acatamiento de Dios.
32 Manda, pues, recado a Jope y haz llamar a Simón, que se apellida Pedro. Este se hospeda en casa de Simón curtidor, a la orilla del mar.
33 Al punto, pues, te mandé recado, y tú hiciste bien en venir acá. Así que ahora todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos aquí dispuestos a escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.
34 Y desplegando Pedro sus labios, dijo: A la verdad entiendo ahora que no es Dios aceptador de personas,
35 sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.
36 La palabra que envió a los hijos de Israel, anunciando la buena nueva de la paz por medio de Jesu-Cristo este es el Señor universal—...; *
37 vosotros conocéis la palabra esparcida por toda la Judea, comenzando por la Galilea, después del bautismo que Juan predico:
38 a Jesús el de Nazaret, como le ungió Dios con Espíritu Santo y poder, el cual discurrió por todas partes derramando bienes y sanando a todos los tiranizados por el diablo, puesto que Dios estaba con él.
39 y nosotros somos testigos de todo cuanto obró, tanto en el país de los judíos como en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero.
40 A este Dios resucito al tercer día, e hizo la gracia de que se manifestase visiblemente,
41 no a todo el pueblo; sino a los testigos de antemano elegidos por Dios, a nosotros, que con él comimos y bebimos después de haber él resucitado de entre los muertos;
42 y nos ordenó predicar al pueblo y testificar que él es el constituido por Dios juez de vivos y muertos.
43 A. éste rinden testimonio todos los profetas, anunciando que por su nombre recibe remisión de los pecados todo el que cree en él.
44 Estando aún Pedro hablando estas palabras, cayó el Espíritu Santo sobre todos los que oían la palabra.
45 y se asombraron los fieles de la circuncisión, cuantos habían venido con Pedro, de que aun sobre los gentiles hubiera sido derramado el don del Espíritu Santo;
46 por que les oían hablar en lenguas y engrandecer a Dios. Entonces intervino Pedro, diciendo:
47 ¿Tiene acaso alguno derecho de impedir el acceso al agua para que no sean bautizados éstos, que recibieron el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?
48 Y dio orden que fueran bautizados en el nombre de Jesu-Cristo. Entonces le rogaron que se quedase allí algunos días.

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Introducción a Hechos




HECHOS DE LOS
APOSTÓLES

AUTENTICIDAD. — El testimonio unánime y universal de los escritores eclesiásticos de los tres primeros siglos a favor de la autenticidad del libro de los Hechos como obra de San Lucas es una prueba documental cual no lo posee a su favor ningún escrito profano de la antigüedad, y que sólo puede compararse con la que acredita la autenticidad de los Evangelios o de las Epístolas de San Pablo. Y si callase la prueba testifical, bastaba la sola crítica interna para descubrir al verdadero autor de los Hechos. Los prólogos gemelos de las dos obras, y no menos la identidad de lenguaje, en la lexicografía, en la construcción, en los modismos, están diciendo a voces que el autor de los Hechos es el autor mismo del tercer Evangelio. Y los numerosos rasgos paulinos delatan la mano del fiel discípulo de San Pablo, como los frecuentes términos de medicina señala a Lucas el médico. HISTORICIDAD. — Los numerosísimos datos acumulados en la historia de los Hechos, el contacto constante con toda la vida social, política y religiosa de tantos pueblos diferentes y aun contrarios, nos permiten hoy día comprobar la verdad y fidelidad de la narración. Cuanto ha podido comprobarse, que es poco menos que todo, ha resultado rigurosamente exacto. Y es interesante que las dudas suscitadas contra algún pormenor de la narración de los Hechos han sido últimamente disipadas. Un ejemplo significativo. Habla Lucas de Sergio Pablo, procónsul de Chipre- Algunos críticos osaron atacar la exactitud de la expresión, afirmando que Sergio Pablo no fue procónsul, sino propretor. Pero las inscripciones recientemente descubiertas en Chipre hablan del procónsul Sergio Pablo. Y es tanto más admirable la exactitud de Lucas, por cuanto la provincia de Chipre sólo por breve tiempo fue senatoria (o gobernada por un procónsul), habiendo sido poco antes y poco después imperial (o regida por un propretor). Con igual precisión habla del procónsul de Acaya, de los asiarcas y del escriba de Efeso, de los pretores o estrategos de Filipos, de los politarcas de Tesalónica, del Primero de Malta. Y el largo viaje marítimo narrado en los dos últimos capítulos ha sido considerado por los técnicos como un portento de exactitud y precisión. TIEMPO DE SU COMPOSICIÓN. — El año en que se escribió el libro de los Hechos es la bate o punto de referencia para conocer la cronología de los tres primeros Evangelios. De ahí su importancia. Terminan los Hechos en el bienio de la custodia libera en que estuvo San Pablo durante los años 61-63 (o 60-62), sin mencionar la sentencia judicial, que fue entonces de absolución. Al fin, por tanto, de este bienio hubo de terminarse la composición de los Hechos. Como los Hechos comienzan refiriéndose al «primer tratado» (1:1), que es el tercer Evangelio, síguese de ahí que éste hubo de escribirse anteriormente, tal vez hacia el año 60. Por otra parte, sabemos por la tradición que los Evangelios de Mateo y Marcos son anteriores al de Lucas. Fueron, por tanto, escritos antes del año 60, verosímilmente hacia los años 50 y 55, respectivamente. EL TEXTO. — Unos pocos códices, llamados occidentales, representan un tipo de texto algo más largo que el de los códices orientales. Surge, pues, el problema: ¿cuál de los dos textos es el primitivo y genuino? ¿Hay interpolaciones en el texto occidental o más bien hay o misiones en el oriental ? No es posible dar una solución simple y tajante. Sólo en general puede decirse que, si algunas veces es el texto oriental quien abrevia indebidamente el texto primitivo, las más de las veces, empero, es el occidental quien lo interpola. Algunas de estas interpolaciones parecen ser anotaciones hechas al texto de Lucas por algunos que quisieron enriquecerlo con noticias personales que parecen fidedignas.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hechos 10,1

Es interesante que el primer gentil solemnemente admitido en la Iglesia fue un soldado.


Hechos 10,5

HAZ VENIR A PEDRO: bien pudiera el ángel instruir por sí mismo a Cornelio; pero le remite a Pedro, para mostrar que el Evangelio no había de comunicarse a los hombres por la acción directa de Dios, sino por medio de sus enviados, los apóstoles.


Hechos 10,11-16

La significación de esta exhibición simbólica resulta transparente por lo que antecede y por lo que se sigue. Quiere Dios enseñar a Pedro, y en él a todos, que desde este momento queda descalificada la aprensión judaica de mirar como impuros a los gentiles. La sentencia divina LO QUE DIOS PURIFICÓ, TÚ NO LO HAGAS PROFANO, más literalmente suena: «…tú no lo profanes», e. d., no lo mires como profano.


Hechos 10,26

Esta simpática humildad de Pedro, además de su valor moral, es de grande alcance apologético. Mientras que Simón Mago, en su estúpida soberbia, iba «diciendo de sí ser alguien grande», la «gran potencia de Dios» (Hch_8:9-19), Simón Pedro se reconoce humildemente hombre mortal.


Hechos 10,28

Pedro ha entendido la lección de Dios, y está resuelto a obrar conforme a ella. El judío ha superado sus preocupaciones judaicas.


Hechos 10,36-38

La versión reproduce exactamente, en lo posible, el original griego, conservando su estructura irregular. Por lo demás, el pensamiento es suficientemente claro. Y es claro también que este discurso no es una ficción literaria de Lucas, que algo más correctamente escribía por su cuenta, sino una reproducción exacta del resumen oral que del discurso le hizo alguno de los que lo habían oído.


Hechos 10,36-43

En este breve compendio del discurso de San Pedro se traslucen tres elementos, que, aunque mezclados, no se confunden:
a) histórico: un resumen del Evangelio de Marcos;
b) doctrinal: fragmentos dispersos del Símbolo de los Apóstoles: Dios; Jesu-Cristo, Señor, crucificado, muerto, resucitado de entre los muertos; el Espíritu Santo, la remisión de los pecados ;
c) apologético: el testimonio apostólico de la mesianidad de Cristo, confirmado por el milagro y la profecía.